Viernes, 22 de Noviembre 2024

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Nosotros los narcos y ustedes los fifís

Por: Jonathan Lomelí

Nosotros los narcos y ustedes los fifís

Nosotros los narcos y ustedes los fifís

“Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades”, la nueva película del mexicano Alejandro González Iñárritu, muestra a la mitad del filme el parlamento de un narcotraficante tras las rejas.

(“Ahora tenemos millones y ustedes son el Estado quebrado gobernado por incompetentes”).

Entrevistado por Silverio Gama, el periodista mexicano que protagoniza la historia y que recibirá un homenaje por su laureado trabajo, lo escucha como el claro embajador de esa élite aterrada.

(“Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión y ustedes sólo métodos burocráticos. Nosotros no le tememos a la muerte… ustedes mueren de miedo”).

El breve pero poderoso discurso del criminal constata cómo a veces sólo podemos asomarnos a ciertas verdades inquietantes a través del arte y la ficción.

(“Nosotros estamos bien armados… ustedes tienen calibre .38. Nosotros estamos en ataque… ustedes a la defensa).

En esas pocas líneas se asoman ideas, miedos y revelaciones sobre nosotros que difícilmente encontramos con tal fuerza y claridad en la apartada ínsula de un análisis académico o en la manía monotemática de la comentocracia diaria.

(“Ustedes tienen la manía del humanismo… nosotros somos crueles, sin piedad”).

Por ejemplo, el criminal transformado en antihéroe en la serie del momento, reducido a un lucrativo producto de entretenimiento, mientras zumban las balas junto a nuestros oídos en los centros comerciales. Mientras, el Estado maltrecho, como un clown del absurdo que improvisa números vistosos pero inútiles, enfrenta el problema sin enfrentarlo.

(“Ustedes nos han transformado en superstars del crimen… nosotros los tenemos de payasos”).

O esa división de clases en donde un mexicano puede pagar 27 mil pesos para experimentar la adrenalina de la velocidad mientras millones, excluidos del festín, experimentan la adrenalina de sobrevivir cada día o eligen la vía corta con armas largas para llegar a la punta de la pirámide.

(“Nosotros somos ayudados por la población de las ciudades miseria por miedo o por amor… ustedes son odiados. Ustedes son regionales, provincianos, nacionalistas, corruptos…”).

La crítica al consumo de drogas, en donde Estados Unidos tiene un papel como responsable, nos recuerda que el problema del narcotráfico carece de fronteras.

(“Tenemos 50 millones de gringos adictos, nuestras armas vienen de fuera del gabacho, somos globales, nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros clientes, ustedes no se olvidan ni cuando pasa el susto de la violencia que provocamos…”).

ADVERTENCIA

Sobre la película como obra del séptimo arte no emitiré una opinión pues no soy crítico de cine. Sólo diré que lo mejor es el final después de aguantar casi tres horas en la butaca. Pero la escena del narcotraficante valió la pena.

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