Rodeados por halcones, vigilados con drones del narco y asustados por policías que no cuidan, sino que amedrentan, acosan y amenazan.Así es como los colectivos de buscadores de personas realizan su labor en Jalisco, una Entidad que desde hace años sufre una seria crisis de desapariciones que no logra tocar ni el corazón de las autoridades ni mucho menos el de los grupos armados que han elevado esa horrible realidad a los cielos.Si hay una agenda enteramente noble que ha surgido como consecuencia de la violencia que azota al país, esa debe ser la de los colectivos de familiares que han perdido a un ser querido y que, en busca de paz, escarban en zonas despobladas hasta encontrar los restos de esa persona que alguna vez abrazaron y miraron a los ojos.Porque no importa a lo que se dediquen, quienes hoy no están tuvieron una vida, una historia y son un recuerdo que importa e impacta. Y el que hoy se encuentren en una bolsa o repartidos en piezas, en espera de ser localizados, es el más grave horror que ha vivido nuestro país en su historia reciente.Ante eso, cobra todavía más notoriedad la alerta que hace el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco al Presidente Andrés Manuel López Obrador. Al estar en labor de campo, han advertido acoso, intimidación y amenazas de la Policía de Tlaquepaque y de la Guardia Nacional. Afirman que en la mayoría de sus búsquedas son presionados y amenazados no sólo por el crimen organizado, sino por las autoridades.Sienten que, de plano, “los van a matar”.En la búsqueda del 10 de abril en el Cerro del Cuatro, en la cual localizaron nueve cuerpos, los buscadores advirtieron que había drones sobrevolando la zona, así como gente armada a lo lejos y a plena vista de las autoridades. Estas, según se advierte en el comunicado que dirigieron a la plana mayor en México, no hicieron nada para contener a los halcones.De poco sirven las medidas cautelares que emitió la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, un órgano cuya titular, además, ha mostrado entera sumisión ante el Poder Ejecutivo Federal. Tampoco el mecanismo de protección a personas defensoras en derechos humanos y el botón de pánico al cual nadie respondió ante esa situación de crisis.Si ante esta seria crisis de inseguridad, el colofón del comunicado de los buscadores advierte que quizás sea el último porque probablemente no habrá manos que escriban otro (lo cual sí dice), la batalla que en teoría se inició contra la delincuencia en México, y que de paso es la razón de ser de un Estado como institución, se ha inclinado hacia el lado incorrecto.La crisis de desaparecidos es resultado de una suma de omisiones. Por supuesto que está la violencia relacionada con el narcotráfico, sí, pero lo más fácil es decir que “se matan entre ellos” o que “en algo andaban” e ignorar las causas de raíz.La fórmula del horror incluye corrupción, falta de recursos y capacidades para abordar el problema de manera efectiva y, por supuesto, la indolencia de las autoridades que, refundadas o cuatrotransformadas, continúan viviendo en la burbuja de una realidad que sólo advierten ellos y quienes gozan del privilegio del poder.isaac.deloza@informador.com.mx