Hace cerca de un año los dos mayores fabricantes de automóviles en Estados Unidos, General Motors y Ford, respectivamente, decidieron ya no fabricar coches para concentrarse en crossovers y SUV. La justificación para esa decisión es que necesitan concentrarse en la utilidad más que en la participación de mercado y con ello tener el capital suficiente para financiar la transición hacia los vehículos eléctricos y autónomos. Con el consumidor cambiando velozmente su preferencia hacia las camionetas en general, el plan parecía lógico. Pero el mercado no piensa exactamente de la misma manera y el camino hacia esa transición puede tener más baches, topes y curvas de lo que pensaban. Pudiera incluso estar cerrado por un consumidor cambiante y no necesariamente en la dirección esperada.Un estudio realizado por el sitio edmunds.com en Estados Unidos, muestra que los clientes de autos como el Ford Focus y el Chevrolet Cruze no están cambiando por camionetas Ford o Chevrolet, por lo menos no como ellos pensaban. En lugar de hacerlo, 42% de esos antiguos clientes ahora van a buscar un coche en donde lo encuentran, es decir, en las marcas asiáticas, de donde salen felices manejando un Corolla, un Civic, un Mazda 3 o un Forte. Ellos esperaban fidelidad a la marca y están viendo clientes fieles a un segmento. Lo peor de todo es que eran personas acostumbradas a autos inferiores a los que están comprando ahora, porque el buen Focus su caja Powershift hacía que no fuera precisamente algo a que aferrarse. Tampoco el mediocre Cruze mostraba ventajas competitivas sobre sus contrapartes asiáticas y si esos consumidores están en ese segmento por ser el de inicio, donde están el primero o el segundo auto nuevo que compran en sus vidas, cuando pasen a su tercer producto difícilmente volverán a Ford o GM.El siempre incierto futuroLas caricaturas de Los Supersonicos (The Jetsons) de los años 60 mostraban un futuro relativamente cercano -el año 2000- donde los autos volaban. Hoy, casi 20 años después de esa previsión, los autos siguen rodando con sus neumáticos en la tierra, mismo lugar donde todos deberíamos mantener los pies antes de arriesgarnos tanto.Porque si por un lado hay cada vez más gente que quiere camionetas, movidos más que por gusto personal, por imposición de las marcas -que ganan más dinero con ellas que con los autos- también hay los millennials que miran al auto como el villano de la contaminación global -algo muy cuestionable que no quiero discutir en este momento- y ya no los quieren, menos aún quieren camionetas, por caras, tragonas y estorbosas.Al igual que seguimos sin autos voladores, también es posible que tanto las camionetas como los autos eléctricos sean una tendencia pasajera como lo fue el diesel en Europa, donde por más de 20 años se apostó por ese combustible que hoy es visto como enemigo, cuando ya era eso obvio para cualquiera que dedicara media hora investigando en Google.También es verdad que buen porcentaje de los clientes de Focus y Cruze sí están haciendo lo que ambos fabricantes esperaban, pero si la historia enseña algo es que la lealtad a una marca empieza temprano, cuando la gente compra sus primeros autos. Y Ford y Chevrolet están dejando ir buena parte de esos fieles del futuro por una apuesta que, como todas, no tiene resultados predecibles. Es como el cliente que compra un coche solo pensando en la reventa y debido a esto paga más por ese auto y por su seguro, gastando antes por “no perder” después. Porque la mayor enseñanza que nos deja el estudio de Edmunds es que no todos quieren una camioneta en sus cocheras.