rimero un acertijo: ¿Por qué estos encabezados tienen un tufo sexista? 1. Abre García Harfuch la puerta a Brugada 2. Es Brugada; baja a García Harfuch 3. Lomelí arrasa en encuesta; es Claudia Delgadillo por géneroDesde el sábado he escuchado ideas muy similares entre analistas y en noticiarios. Esa concepción se repite para las tres gubernaturas, Jalisco, Guanajuato y Ciudad de México, en donde Morena eligió a mujeres que quedaron en segundo lugar en las encuestas de su proceso interno. Se tiene la idea de que los varones se hicieron a un lado, cedieron el paso o “abrieron la puerta” a las mujeres candidatas. Sí y no. Explico por qué. La idea de que los varones renunciaron a su derecho para cederlo a las mujeres es completamente equivocada. El matiz es sutil, pero en realidad las mujeres accedieron a un derecho en igualdad de condiciones que les correspondía históricamente. Dicho de otra manera, ni ellas son unas princesas con una calabaza convertida en carroza ni ellos unos príncipes salvadores con la zapatilla mágica en la mano. Pongamos Jalisco como ejemplo. La ex priista y “neomorenista” del Verde Claudia Delgadillo, al margen de su reciente sincretismo partidista, operó durante más de dos décadas a favor del PRI en Guadalajara. Frente a ella desfilaron los candidatos Ramiro Hernández, Ricardo Villanueva, Eduardo Almaguer… sólo varones priistas que aspiraron al cargo de más jerarquía en la capital. Nunca fue tomada en cuenta hasta que cambió de partido y Morena la postuló en 2018 aunque en condiciones poco ventajosas. En 2021, Carlos Lomelí la desplazó en Morena otra vez cuando había más posibilidades de triunfo. Durante toda nuestra historia política, los varones eligieron a sus candidatos (hombres) bajo acuerdos de “unidad” basados en compadrazgos e intereses. Lomelí tuvo más reconocimiento que Delgadillo simplemente porque ha perdido cinco elecciones desde hace casi dos décadas. Si García Harfuch tuvo más reconocimiento es por su linaje familiar, su trayectoria y la desmedida cobertura mediática que recibió. También es cierto que Morena, por medio de un dudoso ejercicio democrático, usó la paridad electoral para ajustar cuentas con criterios políticos. En Chiapas eligió a Eduardo Ramírez como candidato cuando su diferencia de 1.5 puntos con Sasil de León era menor que la de Jalisco (5.3) , Guanajuato (13.8) y Ciudad de México (13.8). La lógica decía que en Jalisco tocaba hombre y en Chiapas mujer, pero esto es lo de menos. Lo importante es la paridad garantizada en cinco gubernaturas a diferencia de otros partidos como Movimiento Ciudadano en donde las mujeres quedaron excluidas en Jalisco, el único Estado en donde verdaderamente podían ganar. Si Clara Brugada o Claudia Delgadillo pierden, habrá quien diga que los varones habrían ganado o tenido más posibilidades, pero es irrelevante. El derecho de las mujeres a competir y a tener la posibilidad de ganar está por encima del triunfo “seguro” de los candidatos. En otras palabras, la paridad electoral no se trata de garantizar que gane una mujer sino a que tenga esa posibilidad. Porque las mujeres en la política son mejores o peores que los varones según sus acciones, pero nunca son menos.jonathan.lomeli@informador.com.mx