El Presidente López Obrador está en una compleja encrucijada para decidir cómo reaccionar ante el tsunami económico que nos va a golpear por la crisis sanitaria del COVID-19. Lo presentado el domingo es insuficiente, y él lo sabe. El audaz comunicador y líder social también sabe que en nuestra cultura social está tatuado que Echeverría fue el presidente que destrozó las finanzas públicas y acabó con desarrollo económico del “Milagro Mexicano”. Los programas sociales de los 70 se financiaron con deuda y aniquilando años de disciplina fiscal y buen manejo de las variables macroeconómicas.Del otro lado de la historia, Zedillo fue el presidente que rescató la banca tras la crisis de 1995, y el Fobaproa fue la respuesta del gobierno para convertir la bancarota de unos pocos en la deuda de millones de ciudadanos y que aún seguimos pagando. López Obrador no quiere, por ningún motivo, ser el Echeverría que endeudó al país y destrozó las finanzas públicas, ni el Zedillo que rescató a los más privilegiados a costa de los más pobres.Pero esta dicotomía es falsa. Justamente la historia nos muestra que las políticas económicas de los 70 y los 90 pudieron haber sido distintas, y beneficiado (no afectado) a la mayoría de los mexicanos. Hoy el Presidente puede poner en marcha un programa de protección del empleo, para empresas medianas y pequeñas, que ayude a que millones de trabajadores conserven sus ingresos y sortear la brutal caída económica que vamos a vivir.Los ingresos públicos del gobierno van a derrumbarse, las empresas no podrán pagar sus compromisos fiscales. De ahí que el gobierno debe contraer más deuda este año, con el firme compromiso de todos de contribuir a pagarla en 2021. Con un paquete fiscal extraordinario, COVID-19, que implique la solidaridad y la unión de empresas, ciudadanos, gobiernos estatales y locales, para pagar en el futuro inmediato, lo que nos sobregiremos este año. ¡Hacerlo sería inédito, y una manera diferente de enfrentar la crisis! La solución de la 4T.