El fin de semana en Tijuana, el presidente López Obrador, en su afán de encontrar al culpable de que su estrategia de acusar a los delincuentes con sus mamás no funcione para reducir el número de asesinatos en este país, cargó de nuevo contra los videojuegos violentos y terminó alabando el programa y poniendo de ejemplo de buen contenido a Chabelo, esa televisión que, decía “El Tigre” Emilio Azcárraga, estaba hecha, palabras textuales, “para jodidos”.Los videojuegos no son inocuos, tienen por supuesto un efecto sobre los usuarios, pero no es automático que un chavo expuesto a los videojuegos se convierta en un asesino ni que todos los malandros se hayan iniciado disparando a monstruos virtuales. Exactamente de lo mismo que se acusa hoy a las consolas de video se decía sobre la mala influencia de los contenidos violentos de la televisión a los que fuimos expuestos la generación de quienes crecimos entre los años sesenta y ochenta. También se insistía, hay que recordarlo, en el daño cerebral que nos causaría “la caja idiota” y que auguraba la estupidización de una generación por ver programas insulsos, como, por ejemplo, “En familia con Chabelo”. En teoría, pues, debimos haber salido de ahí una bola de idiotas violentos. No sé hasta dónde los problemas de inseguridad y la cantidad de tonterías que hemos hecho como generación tenga que ver con la televisión que vimos, pero en todo caso me parece que nadie en su sano juicio culparía Starsky & Hutch por la violencia del narco o a Chabelo de que este país haya elegido a Fox como presidente.Los videojuegos y la televisión son, sin duda, factores que favorecen la normalización de la violencia, pero es un error pensar que el origen del problema está en lo que se produce, por más malos que sean los contenidos, y no en qué contexto y quién los consume. Dicho de otra manera, el mismo programa de televisión o el mismo videojuego no afectan igual a un joven que crece en un país desigual, con un déficit enorme de estado de derecho y violencia cotidiana, como es México, que en Suiza. En ninguno de los dos países, hay que insistir, el contenido es inocuo, pero la explicación del número de asesinatos en México no está ahí. Mortal Combat no es responsable del tráfico de armas, ni de los territorios abandonados por las instituciones del Estado, ni de la corrupción en las policías, los cochupos en los juzgados o el autogobierno en las cárceles. Que no se culpe a Chabelo ni a Nintendo de lo que no hacemos ni la sociedad ni el gobierno.diego.petersen@informador.com.mx