Jueves, 21 de Noviembre 2024

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Muros

Por: Luis Ernesto Salomón

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Cuando hombres, mujeres y niños son detenidos, luego de cruzar la frontera sin documentos, surgen en sus rostros quemados por el Sol los sentimientos encontrados que se filtran por sus ojos sorprendidos. Se trasluce en ellos la expresión de la frustración, del miedo y, luego de algunos suspiros, del alivio de saberse vivos… para volver a intentarlo.

Pero otros miles han dejado la vida desgarrada entre polvo, muros y matorrales trocando esperanzas por llanto en el desierto. Es tragedia continua con enormes contrastes: mientras algunas organizaciones civiles aún buscan identificar restos anónimos y distribuyen depósitos de agua en el desierto para saciar la sed de quienes se aventuran, al mismo tiempo miles de personas creen que debe procederse con firmeza usando todos los medios posibles, incluida la violencia para detener a los migrantes.

Son los herederos del pensamiento racista de Arpaio y secuaces.

La frontera es una cicatriz en las ciudades y un navajazo en el desierto, cubierta de púas, que se alivia sólo con algunos puentes.

Al fin de cuentas una herida que debe sanarse. A lo largo del tiempo los alambres se volvieron muros metálicos orillando a los migrantes a buscar caminos más peligrosos, tanto por el desierto como por los traficantes. El muro de la ignominia propuesto por Trump provocó más muertos a expensas de los contribuyentes estadounidenses y su política para evitar que los solicitantes de asilo permanecieran de otro lado de la frontera, condujo a una crisis humanitaria en la nación más poderosa del mundo, poniendo en evidencia la violencia que significa por sí misma los niños detenidos, las familias separadas, los muertos en el desierto con cientos de miles de deportados, con los mismos rostros morenos sorprendidos, frustrados llenos de suspiros.

Aunque la llegada de Joe Biden abrió una ventana de aire fresco al suspender las deportaciones emergentes y rescindir la política de cero tolerancia de su predecesor, la clave de la nueva política migratoria, en la que perecen coincidir ahora Estados Unidos y México, está en colocar a las personas en el centro de la atención, con un criterio humanista y perspectiva de largo plazo. Resultan esperanzadores los pasos dados por la nueva administración al ofrecer la regularización de los migrantes que viven allá y la disposición a trabajar en las causas sociales de la migración, pero el camino será arduo.

Así, mientras Kamala Harris realizaba una gira que la trajo a México, la respuesta de sus adversarios no se hizo esperar: el gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, dijo que su administración construiría un nuevo muro fronterizo. No está claro si la Entidad que gobierna tiene la competencia para ello, pero el efecto político es claro: agitar a la corriente que exige mano dura. Efectivamente, al visitar el poblado Del Rio, ofreció la construcción y anunció que los próximos días daría más detalles. Es un capítulo más de las tensiones entre Biden y Abbott quienes se han enfrentado respecto al manejo de los miles de menores de edad no acompañados que se han cruzado la línea divisoria.

El gobernador se ha opuesto a usar fondos para atender el problema que sostiene que debe resolver el Presidente. Habrá que recordar que cuando los niños migrantes llenaron las instalaciones de detención administradas por la Patrulla Fronteriza, la administración de Biden respondió abriendo instalaciones temporales en un centro de convenciones de Dallas, un estadio deportivo de San Antonio y otros sitios encomendando a la vicepresidenta el tema.

Quizá nunca, como ahora, México y Estados Unidos tienen la oportunidad de dar pasos sólidos para resolver un desafío conjunto, ordenar la migración y convertir las sombras mortuorias en esperanza legal. Los anuncios extremistas de nuevos muros son parte de la demagogia política.

La retórica violenta alimenta el odio y la separación, alejando el sentido humano que requiere el tratamiento de los asuntos migratorios. Ningún muro es solución. Cuando estén tendidos muchos más puentes por encima de las planchas de acero y alambres con púas, la integración fructificará de ambos lados de la frontera más transitada del mundo.

Mientras, habrá que seguir expresándonos contra la violencia irracional de los muros de la muerte.

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