Martes, 26 de Noviembre 2024

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Mundos perpendiculares

Por: Martín Casillas de Alba

Mundos perpendiculares

Mundos perpendiculares

Plutarco escribió sus Vidas paralelas y a David Huerta se le ocurrió escribir unas Vidas perpendiculares que publicamos en los 90 en el suplemento La Plaza. Otros hablan de ‘mundos paralelos’ así como he descubierto que existen los ‘mundos perpendiculares’, esos que están a noventa grados, opuestos y simultáneos, como lo experimenté durante la primera semana del año cuando me dejé llevar al SPAhell en donde tuve que recordar, para sobrevivir, el otro mundo, el SPAraíso del Paradise Village en Nuevo Vallarta.

“Mis versos deben relatar un nuevo suplicio que trata de los sumergidos en el Infierno cuando me hallaba dispuesto a contemplar el descubierto fondo, bañado de lágrimas de angustia” -dice Dante en el Canto vigésimo de su Comedia, como ahora me dispongo a narrar algunos suplicios, más que a contemplar los sucesos en ese círculo infernal, desde que entré, supuestamente para tratar una neumonía y recuperar la salud, como se logra en esos dos mundos.

En el SPAraíso llega uno en bicicleta con una sonrisa anticipatoria de los placeres a disfrutar; en el SPAhell, se llega a cualquier hora, desencajado y arrastrando la cobija.

En el SPAraíso se empieza con la clase de yoga con una maestra que comparte su energía, belleza y bienestar, antes de la acuaterapia: regaderazo caliente, jacuzzi con los chorros en la riñonera, un baño sauna para eliminar las toxinas y otro regaderazo antes de reposar envueltos en una bata blanca de felpa, para un relajante masaje.

En el SPAhell le quitan a uno la ropa con la que llegamos y nos ponen una bata blanca de algodón cerrada al frente y abierta por la espalda donde nos quedan las nalgas al aire, sin pudor, ni dignidad alguna. Nos acuestan boca arriba para que nos perforen una de las venas del dorso de la mano para el catéter, por donde entrarán toda clase de líquidos. En ese instante me sentí como Prometeo encadenado en el confín de la tierra, en la desierta y desolada Escitia, cuando le tocaba su turno a Hefesto, quién tenía que cumplir las órdenes impuestas por el Padre: “amarrar con grilletes irrompibles a este bandido sobre el escarpado risco...”

En el otro mundo perpendicular, la mañana siempre estaba soleada, fresca y por estar a nivel del mar podemos respirar hondo, estirar todo el cuerpo antes de relajarnos para disfrutar de la aromaterapia y tener la sensación ‘que más descanso que ése, sólo el eterno.’

En el SPAhell, los demonios, íncubos de bata blanca, pasan a cualquier hora del día y de la noche para pincharnos las venas, analizar la sangre, tomar los signos vitales: presión, temperatura y oxigenación, sin importar la hora que sea sin que les importe que hayamos logrado un sueñito.

En el perpendicular, imaginaba cómo la luz del sol iluminaba los jardines oyendo el suave rumor de las olas antes que el viento las alebreste y se desenrollen para que se azoten en la orilla del mar. Es la hora de entrar al masaje: bocabajo, el placer de las manos de la masajista en medio de una agradable penumbra con música minimalista, tal vez de Philip Glass o Arvo Pärt para arrullarnos y que el cuerpo lo agradezca.
Luego, un desayuno delicioso con vista al mar.

En el SPAhell queda uno inmovilizado, atado al grillete del catéter en donde las funciones naturales se complican: ‘el pato’ para orinar en el cuarto y, ni hablar de bañarnos: imposible hacerlo con una mano sosteniendo los tubos del suero y el antibiótico y todo lo demás que aplican en una especie de prueba y error en tiempo real, para ver qué funciona, como acostumbran ordenarlo los desalmados jefes de los íncubos que juegan con uno como si estuviéramos hechos de palo.

Luego, un desayuno espantoso con vista a la pared.

Mundos perpendiculares: uno cerca del cielo y el otro en el escarpado risco de los círculos del infierno y, en los dos, el deseo de mejorar la salud para volver a vivir la vejez de la mejor manera posible.

(malba99@yahoo.com)

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