Miércoles, 02 de Octubre 2024

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¡Muchachos!

Por: Argelia García F.

¡Muchachos!

¡Muchachos!

No sé mucho de futbol y particularmente me intereso en el asunto cada cuatro años cuando llega el Mundial y, a decir verdad, lo hago de manera bastante superficial. Tampoco creo -y quizá me crucificarán por lo que diré- que hay que saber tanto del deporte a discusión para pasarla o muy bien viendo un partido o muy mal, porque en mi opinión, una sola exhibición de balompié (como le dicen en la tele) puede ser tremendamente divertida o entretenida o -con perdón de los conocedores- muy aburrida. 

Hace algunos años por mera casualidad asistí de manera colateral a la Copa del Mundo que se celebró en Alemania en el año de 2006 y debo confesar que ha sido uno de los eventos más divertidos a los que he ido en mi vida. 

Sin entrar en materia futbolística, encontraba muy lindo que en grupos, mucha gente se concentrara a cantar en las calles. Cantaban y cantaban entre ríos de cerveza como si en realidad el meollo futbolístico quedara en un segundo plano. La mayoría de aquellos cánticos tenían que ver con sus equipos y sus ilusiones de victoria y pensaba que si fuera otra época aquella, la que yo estaba viendo en ese momento, quizá la batalla a encarar tendría otro propósito pero el ímpetu y sed de conquista, de fiesta, de convivio, de éxtasis sería prácticamente el mismo.

Comparto la emoción que sentía Facundo Cabral al hablar de Argentina y coincido, Buenos Aires es también el capricho de mi corazón. El tan cursi sentimentalismo latinoamericano con el que me crié y que a estas alturas es ya imposible de borrar, me lleva a apoyar a la albiceleste que se enfrenta (o ya se enfrentó según la hora en que lea usted esta opinión estimado lector) a la Francia que nada más nos legó la igualdad, la fraternidad y la equidad (le advertí de mi cursilería). La música argentina, desde Piazzolla pasando por su canto de protesta hasta el movimiento del “rock en tu idioma” llena buena parte el soundtrack de mi vida y me recuerda el ritmo y cadencia de sus barras así suenen en manifestaciones políticas que en eventos deportivos y que son apasionadas, aguerridas y resistentes.

Sí, es sólo futbol, esas batallas contemporáneas de las que si uno no sabe el marcador o el nombre del goleador queda fuera de las sobremesas familiares y conversaciones cotidianas. Y no me importa que sea de esa manera, me importa ser testigo del júbilo y de la desolación humana que causa la victoria o la derrota, me fascina saber qué significa para esta humanidad hoy los colores de su patria o por quién o por cuántos de sus soldados estarían dispuestos a armar una orquesta y cantar hasta morir en la raya. 

Pasarán más o menos otros cuatro años sin que yo vuelva a ver otro partido de futbol, pero no pasarán muchos días sin que yo cante música argentina. ¡Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar!

argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina

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