Corrupción, mala planeación, omisiones y descuido. Todo eso juega en contra de los millones de habitantes de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) cuando una tormenta azota a la ciudad.La última es, por supuesto, una responsabilidad que involucra al sentido común de los ciudadanos, pero esa es sólo la punta de un iceberg repleto de malas prácticas que, a la fecha, no permiten identificar a un responsable.En Guadalajara, las lluvias han generado mil y un afectaciones. Daños irreparables que las autoridades en turno “parchan” después de que éstos ocurren, ya sea con verborrea, arrojando culpas al cambio climático o con obras de risa que están a la par de su capacidad en la toma de decisiones.Porque desde hace cinco años, el Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA) prometió que con 800 millones de pesos se comenzaría a “mitigar” el impacto de las lluvias en la metrópoli. Serían ocho obras “prioritarias” en un arranque, aunque se requerirían seis etapas que nos costarían cinco mil millones de pesos (El Informador, 4 de marzo de 2016).Todas las partes “unieron fuerzas” (porque les encanta decir eso) y el Gobierno del Estado, los diputados y el SIAPA avalaron un crédito que, según esta última instancia, no le representaría complicaciones de pago porque… pues ni modo que nos dijeran que sí.Y como es humanamente imposible para la función pública no hacerlo, hasta bautizaron su chiste: Era el poderosísimo Plan Integral de Manejo de Inundaciones. Quiubo.Las primeras obras quedarían listas el mismo año, pero luego vino la grilla y no pasó nada. Después sí se gastaron los primeros 658 millones en obras que darían resultados, aunque, en un ataque de honestidad (o cinismo), nos reconocieron que éstos no serían taaaan significativos porque faltaban otras cinco etapas y mucho dinero.Luego pasaron los años y las lluvias siguieron cobrando víctimas. Postes y árboles caían sobre autos en movimiento, el agua inundó el túnel de Avenida Hidalgo mientras una persona dormía en su interior, arrastró a personas que sentían la confianza de cruzar el canal de la Avenida Patria y convirtió a la segunda ciudad más importante de México (o eso nos presumen) en un triste charco.Luego cambió el interés y, para 2020, alguien decidió que mejor ya no iban a meterle más dinero (El Informador, 15 de junio de 2020). A ese poderosísimo plan, que ahora no nos costaría cinco mil sino nueve mil millones de pesos, también lo inundaron las lluvias.Sí, lo inundaron: https://www.informador.mx/Dejan-sin-dinero-al-plan-integral-contralas-inundaciones-l202006150001.html.Este fin de semana, Guadalajara registró un nuevo episodio de lluvias que cobró una víctima. Un hombre que, por la razón que sea, murió ahogado en un paso a desnivel de la ciudad. Falleció por conducir en esta ciudad que en algún momento de 2018 ganó un premio de resiliencia. ¿Increíble? Sí. ¿Doloroso? Mucho.Esta ciudad de ensueño hoy sufre la omisión de las autoridades del pasado, que decidieron que alguien más resolviera lo que ellas no pudieron; padece la corrupción de quienes gastan dinero público en obras que no funcionan y, sobre todo, arrastra el lodo de una mala planeación que, año con año, se traduce en nuevos puntos que irremediablemente quedarán bajo el agua del temporal.Y, como un triste colofón, Guadalajara también sufre la indolencia y el cinismo de los políticos en turno que resuelven esas omisiones entregando despensas.