Hubo un evento de fuerte contenido simbólico para los militantes de Morena y quienes aspiran a una candidatura en las elecciones de 2024: visitó Guadalajara el dirigente nacional Mario Delgado Carrillo.Aunque se presumen “diferentes”, en Morena sus prácticas remiten a usos y comportamientos añejos en la política mexicana: facciones confrontadas, autoridades excesivamente verticales, prácticas escasamente democráticas, reducida capacidad de negociación y predisposición a encumbrar figuras dominantes que deciden unilateralmente y minan la institucionalidad.Por estas razones, la visita de Mario Delgado generó expectativas de entendimiento entre diferentes grupos y figuras dentro del partido que, con todo y sus vicios internos, goza de altos porcentajes de intención de voto ciudadano cuando se consulta por preferencia de partido, aunque sin mencionar candidatos.En el caso de Jalisco, para decirlo de manera simple y breve, Morena tiene oportunidades reales de aspirar a ganar municipios, distritos y quizá la gubernatura en 2024. Sólo debe cumplir con un requisito indispensable: presentar candidatos y candidatas consistentes, que reciban el apoyo si no total, sí al menos mayoritario de sus propios correligionarios.Expresada así, la fórmula parece estar al alcance de la mano. Contrastada con la realidad, la misma fórmula enfrenta obstáculos casi insuperables.Morena es un partido político integrado por multiplicidad de expresiones; aunque pretende una transformación nacional, es en realidad un mosaico de personajes que provienen de todos los orígenes políticos y muchos de éstos, además, sujetos a una reprobación mayoritaria. Además, encaran un reto para el que no tienen antecedentes en su reciente historia: el fin de la etapa de Andrés Manuel López Obrador, caudillo en toda la extensión del concepto, que no volverá a estar en las boletas electorales y que por más que lo pretendiera, no podrá acompañar a todos los candidatos para “levantar” su imagen y atraer votos.A partir de esta nueva etapa, los aspirantes de Morena deberán hacerse valer por cualidades y características propias.La visita de Mario Delgado, que no será la última pero que tampoco se repetirá con la regularidad que quisieran los morenos de Jalisco, halló un escenario: todos aplaudieron para cumplir con el ritual y casi nadie reclamó por temor a la confrontación y la descalificación. Delgado Carrillo se fue con la certeza de algo que ya conocía: Carlos Lomelí Bolaños está empeñado en ser candidato a gobernador otra vez y el único personaje que ha levantado la voz para pretender lo mismo y que además, no tiene miedo de decir que Lomelí ya no es rentable, es el diputado coordinador en el Congreso estatal: José María Martínez, “Chema”.A diferencia del Dr. Lomelí, “Chema” Martínez ha conseguido el respaldo general de sus compañeros diputados, o al menos esa es la imagen que proyectan, aunque no necesariamente lo respalden en su proyecto. El diputado, que puede cargar con muchos negativos en una contienda electoral formal, debe primero ganar la candidatura y al menos mediáticamente está tomándole ventaja a su adversario. Cuenta además con otro rasgo que es fruto de su largo quehacer legislativo: propone y sabe negociar. De entre los actores de Morena es quizá uno de los más hábiles para establecer comunicación con los factores de poder en Jalisco. Con todos.¿Son los dos únicos aspirantes? Claro que no. Ni siquiera se ha definido, aunque abundan los rumores, el tema de la paridad de género que podría exigir candidata y no candidato. Queda también pendiente quién será el candidato o candidata a la Presidencia, y ese factor será definitivo para todos los aspirantes.Pero mientras, frente a la división interna, las circunstancias adversas y el margen de maniobra que tiene cada cual, la figura de “Chema” Martínez gana terreno todos los días.jonasn80@gmail.com@JonasJAL