Lunes, 25 de Noviembre 2024

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Miradas al FICG: Perro bomba busca casa

Por: Astrid García Oseguera

Miradas al FICG: Perro bomba busca casa

Miradas al FICG: Perro bomba busca casa

No es necesariamente una ficción, ni una historia de fantasía o una épica aristotélica. Las vertientes que articulan el relato fueron recogidas de la calle, son testimonios de quienes vivieron en carne propia la idea medular de “Perro bomba”: la punzante discriminación que se imprime en los haitianos que residen en Chile. Alejado de toda intención condescendiente hacia los inmigrantes caribeños, Juan Pablo Cáceres desarrolla un ejercicio reflexivo que oscila entre el documental y la ficción, cuya única guía en la intemperie nocturna es Steevens y su profunda mirada que registra su trémulo entorno.

Sentirse cómodo en un país extranjero es algo que toma tiempo, para Steevens esta brecha ya había sido superada. Tenía un trabajo fijo, un hogar donde podía encontrar serenidad y un ritmo de vida que le permitía disfrutar de la compañía de sus amigos; sin embargo, su devenir cambia cuando a Chile arriba un viejo amigo de la infancia que escapa de su natal Haití para buscar la misma comodidad que Steevens posee, pero al suscitarse una manifestación racista de su jefe hacia Junior -interpretado por el chileno Alfredo Castro- Steevens pierde el control y lo golpea, sella su destino y gana con esto el repudio no solo de la comunidad latinoamericana, sino también sus compatriotas.

Es así como Cáceres da inicio a su ópera prima, la cual se vale de un sencillo relato para confeccionar con ello un filme que retrata a través de pequeñas viñetas anecdóticas la travesía a la que se enfrenta Steevens una vez que es desterrado por su propia comunidad tras su violento encuentro, situación que devela sin caer en la obviedad discursiva ni formal la doble moral que resulta tan incisiva: aquellos que deberían apoyarlo moralmente son quienes le dan la espalda, a pesar de que su insurrecto acto haya sido propiciado visceralmente por una suerte de reivindicación de su patria haitiana.

De esta manera, “Perro bomba” se convierte en una cinta redonda en diversos niveles, sobre todo el formal, pues las afortunadas piezas musicales interpretadas por personajes circunstanciales enmarcan de una manera desdibujada cada capítulo que conforma el éxodo proveniente del ostracismo impreso por su comunidad y enriquecen la idea autoral de mostrar las tradiciones heterogéneas de un Chile multicultural. El panorama, principalmente nocturno, evidencia un tono sobrecogedor que transmite el desasosiego que caracteriza el inexorable destino de un perro que no tiene casa, no tiene dueño y no tiene rumbo.

* Crítica realizada para Talent Press Guadalajara en el marco del FICG34.
 

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