Lunes, 25 de Noviembre 2024

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Miradas al FICG: Crónica roja

Por: Ángel Pérez

Miradas al FICG: Crónica roja

Miradas al FICG: Crónica roja

La nueva película de Benjamin Naishtat continúa con una tendencia recurrente en los últimos tiempos en el cine latinoamericano: saldar cuentas con un pasado histórico/político que todavía pesa sobre la sensibilidad de la región. Explorar desde la narrativa cinematográfica las memorias de la dictadura es un tópico que retorna continuamente al cine argentino: “Rojo” (2019) participa de ese debate con una voluntad de cuestionamiento cívico, sin que esto atente contra su concepción estética; al contrario, la carga de sentido de la película se sostiene, antes, en una rigurosa elaboración formal.

Emplazada en un pueblo de provincia cualquiera del año 1975, “Rojo” aborda la corrupción ética, el oportunismo y la falta de escrúpulos sociales latentes en los días previos a la dictadura instaurada en marzo de 1976. Si algo resulta apreciable en la cinta es la elocuencia con que el guion consigue aprehender todo ese contexto sociohistórico sin nunca resultar explícito; la escritura alcanza una apreciable tensión entre lo latente y lo manifiesto que contribuye a la efectividad con que son testimoniados esos días. De ese modo, el argumento sigue los pasos de un reconocido abogado, Claudio, que lleva una vida mediocre y que teme perder su estatus social, como también los de sus familiares y amigos; a través de tales personajes se devela el gradual proceso de degradación moral de esta sociedad. Y aunque la notable estructura dramática se conforma como una suerte de mosaico que reúne sucesos que ilustran la relatividad de principios de esa clase medio, el ovillo narrativo se centra en el posible develamiento de un crimen cometido por Claudio. Lo cual justifica que “Rojo” opera con determinados códigos del cine de género -del policiaco y del suspense-, que se insertan coherentemente en la precisa puntualidad sintáctica con que se entrelaza la cadena de acciones.

Pero lo que particulariza a la cinta, decía antes, es el nervio depositado en el estilo de realización. De entrada, destaca el rigor de una dirección de arte que, apoyada en una locuaz planificación de la puesta en escena, alcanza a comentarnos a nivel del discurso sobre los individuos y sus modos de vida. Y por ese camino, el filme logra una profunda caracterización psicológica y existencial de sus personajes. Otro rublo que no puede pasar desapercibido es el diálogo textual del criterio fotográfico manejado con el cine de atraco y el policiaco norteamericano de los setenta, lo cual garantiza esa atmósfera de expectación e intriga depositada en la trama.

Más o menos cuestionable el tono estilístico privilegiado, Benjamin Naishtat ha conseguido con “Rojo” una digna e inteligente película.

* Crítica realizada para Talent Press Guadalajara en el marco del FICG34.


 

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