Esta semana ha sido particularmente álgida en temas de gobernabilidad. Y es que si bien económicamente se apagó el infiernito – creado por el propio gobierno – en lo que toca al conflicto de los ductos de gas, comienzan a escalar problemas que probablemente terminen haciéndose cotidianos en este sexenio: conflictos migratorios y masacres de narcotraficantes.En la estación chiapaneca Siglo XXI hubo un enfrentamiento entre migrantes de diferentes nacionalidades – pero particularmente africanos – con miembros de la Guardia Nacional. Esto derivado de las protestas de los migrantes quienes denuncian las condiciones de su detención y en particular de no recibir los oficios de salida del centro de detención lo que les permitiría continuar con su viaje a Estados Unidos.Antes, en el caso de los asiáticos y africanos, se les daba un oficio ordenándoles en 20 días salir del país, lo que se aprovechaba para viajar hacia el norte, pero en julio se modificó el esquema para deportarlos por la frontera sur o una supuesta regularización. Así, se frena el camino a Estados Unidos y se cumple con lo acordado con Trump para reducir los flujos migratorios.Como en el caso del gas, el problema migratorio se agudizó por las declaraciones de este gobierno. Ciertamente la migración de centroamericanos ya estaba en puntos álgidos desde sexenios anteriores, pero no se veía que hubiera un flujo importante de africanos sino hasta que López Obrador declaró que el trato al migrante cambiaría, abriendo la puerta a un importante número de personas de orígenes más lejanos. El asunto es que, al ser amenazado con tarifas a las importaciones por parte de Estados Unidos, México aceptó de facto – y sin recibir un solo peso – convertirse en el muro que tanto ha anunciado el presidente americano.Ahora bien, en Coatzacoalcos, Veracruz, se llevó un ataque a un bar en el cual murieron muchas personas y un número importante quedó herido. El gobierno local, más allá de preocuparse por atender el asunto, se enfocó en colocar la culpa en el fiscal – con quien tiene conflictos permanentes – diciendo que el autor de dicha agresión había sido liberado por la fiscalía estatal. Esta última reviró exhibiendo cómo es que en julio de este año sí había sido detenido el presunto responsable, pero que éste había sido puesto a disposición de la fiscalía federal quien fue quien lo liberó.El asunto es que, en lo que son peras o manzanas, los conflictos no paran ni tienen visos de parar, y que la situación únicamente va a empeorar si el gobierno continúa queriendo colgarse medallas al cuello respecto de cambios que no tiene capacidad técnica ni humana de operar y que por atender problemas más ajenos a sus naturalezas - como poner al ejército a construir aeropuertos o encargar el combate al feminicidio a la guardia nacional – se terminan desatendiendo aquellos que sí les tocan por mandato de ley y no por la necesidad de contestar cualquier cosa en la conferencia mañanera.