Después de 211 años de Independencia, nuestro país sigue inconcluso, los gobernantes que han pasado por la Presidencia de la República han tomado medidas paliativas para dar un cierto orden al caos, pero salvo honrosas excepciones, sus intenciones ocultas o manifiestas han sido pretender perpetuar los privilegios del grupo político que los llevó al poder. México continúa siendo un país inconcluso.Antes de la creación del mundo no había más que una confusión general de los elementos y de la materia, más o menos así se encontraba México después de la guerra de Independencia, la confusión y el desorden imperaban.La economía del país no va muy bien, la inflación amenaza con dispararse, el Índice de Precios al Consumidor (INPC) que nos ofreció nuestro Presidente no pasaría del 4%, se estima que ya rebasó el 7% y falta el cierre del mes de diciembre, que siempre aumenta. La Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) ya anunció que tiene la intención de aumentar las tasas de interés.Los planes y programas del gobierno federal son fantasiosos, inoportunos y costosos, no son acordes con la realidad, no están ubicados en el entorno económico en concordancia con el momento histórico y en concierto con el contorno internacional. La protección de los intereses grupales se antepone al interés colectivo. No hay congruencia en las medidas que se toman, como por ejemplo la Reforma Energética, que va en contra del entorno ecológico de fomentar las energías limpias.Así como los enfermos crónicos, con padecimientos no mortales como artritis, diabetes o sinusitis se acostumbran a sobrellevar sus achaques, los mexicanos ya nos acostumbramos a las crisis recurrentes y hemos aprendido a soportar los problemas financieros cíclicos que nos laceran reduciendo nuestros ahorros y empobreciéndonos más aún. Nuestros últimos gobiernos se han limitado a tomar medidas paliativas para que no se les deshaga el país entre las manos, tratan de infundirnos ánimos, sus mensajes son optimistas, pero lo que no dejan de hacer es favorecer económicamente a su grupo político.En México la palabra es una mercancía muy barata, podremos decir una cosa en un momento y lo opuesto en otro. Siempre queda la salida de que las palabras fueron mal interpretadas; se hará una nueva declaración creando confusión y entredichos. Los mexicanos ya estamos acostumbrados a que se nos mienta, y vivimos inmersos en una cultura del engaño, la mentira y la corrupción. La capacidad de asombro y de reacción está anestesiada. Uno de los problemas principales es la falta de aplicación del castigo a funcionarios que violan normas más elementales de conducta pública, no digamos privada como en Estados Unidos. Vamos, ni siquiera asumimos la conducta de condena social contra los funcionarios mentirosos, corruptos o incompetentes.Connotados economistas como Parkinson han analizado a fondo los problemas que confrontan los gobiernos para administrar la función pública y han sentado premisas irrefutables como la Ley de Parkinson, que establece que la burocracia tiende a crecer por sí misma y entre más aumenta más ineficiente se vuelve. Los burócratas ascienden por escalafón o recomendaciones, no por capacidad o experiencia técnica hasta que llegan a su nivel de incompetencia de donde son removidos por jubilación o fallecimiento.Se requiere que nuestro Presidente AMLO pase a la historia como el autor de la consolidación del México inconcluso.luisjcardenas2@hotmail.com