De acuerdo con información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 29 millones de mexicanos trabajan en la informalidad, es decir, sin seguridad social, cobertura de riesgos, ni pensión. Según la Encuesta Nacional de Empleo, del propio Inegi, entre 2013 y 2017, el número de trabajadores sin acceso a prestaciones se incrementó en más de 400 mil personas.A pesar de esta realidad, la semana pasada en el Congreso de la Unión se aprobó el Presupuesto de Egresos de la Federación 2018, que incluye un incremento de 723.8 millones de pesos, con respecto a este año, en la partida de Servicios Personales. Esta partida prevé que 216 millones se destinarán al pago del fondo de ahorro de los diputados, quienes se retirarán al finalizar su periodo con 864 mil pesos. Además, esta partida prevé bonos de fin de Legislatura para el personal sindicalizado.Aunque se empeñen en justificarse diciendo que son beneficios legítimos, se convierten en un selecto grupo que recibe prestaciones superiores a las del resto de los trabajadores; marcan una división entre ellos, “mexicanos de primera clase” y quienes sólo en sueños podrían acceder a estos bonos.En medio de las discusiones sobre recortes presupuestales para conseguir más recursos que pudieran destinarse a la reconstrucción de las zonas siniestradas tras los sismos del mes de septiembre, los legisladores vuelven a mostrarnos que los intereses personales y políticos están por encima de los públicos, de las necesidades de millones de personas.De nuevo las promesas de austeridad que hace dos años hicieron en campaña, han quedado en el olvido. Pero, ¿cuántos de esos legisladores están ya listos si no es que trabajando de lleno en sus campañas para 2018? ¿Cuántos de ellos comenzaron ya a perfilar su imagen para el destino que tienen planeado en 2018? ¿Cuántos están utilizando otra vez los discursos demagogos que cada tres años reciclan, con frases hechas y lugares comunes?Alberto Bayardo, académico e investigador del Iteso, me decía en entrevista la semana pasada, “el problema es que son inteligentes y saben captar lo que los ciudadanos quieren escuchar, que no necesariamente se traducirá en una propuesta realista”.Creo firmemente que el escenario será distinto, que el hartazgo por los malos gobiernos y las decepciones que nos han provocado quienes se autoproclamaron como diferentes y cercanos a la ciudadanía, han colmado la paciencia.Ya no estamos para creer más en sus discursos prefabricados, vacíos, en sus imágenes creadas bajo los principios del “marketing político”. Sepan todos que estamos cansados de discutir si sus acciones son legales y/o éticamente morales; que su insensibilidad ante la situación del país ya nos rebasó desde hace tiempo. Les pedimos que para el proceso que se avecina, cuiden muy bien sus palabras, porque varias, como “austeridad”, sabemos que no significan nada para ustedes.