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Mercedes y Chrysler 20 años después

Por: Sergio Oliveira

Mercedes y Chrysler 20 años después

Mercedes y Chrysler 20 años después

El 6 de mayo de 1998 el mundo del automóvil quedó brevemente sin aliento. En ese día la todo-poderosa y de reputación impecable Mercedes-Benz, mejor dicho, Daimler-Benz, anunció la adquisición de Chrysler, una de las tres grandes marcas estadounidenses, que vivía uno de sus mejores momentos de diseño y producto.  Fue un matrimonio tan espectacular como fallido, entre otras cosas por la insistencia en decir que era una ''unión entre iguales'' y no una adquisición, como realmente lo fue. Dos décadas más tarde ¿Cómo están Mercedes y Chrysler? ¿Aprendieron sus lecciones?

Mercedes-Benz tenía mucho tiempo buscando aumentar su volumen de producción para mejorar su competitividad, pero ningún paso fue tan grande como la unión con Chrysler. Parecía una gran idea. No había competencia directa y mientras los alemanes tenían la excelencia en ingeniería, calidad, imagen y presencia global, Chrysler aportaba el volumen, el diseño y la amplia red de distribuidores en el entonces mayor mercado del mundo y aún el más rentable: Estados Unidos.

Nueve años más tarde Daimler-Benz, después de perder muchos miles de millones de dólares, deshizo DaimlerChrysler luego de percibir que el choque cultural era demasiado grande para vencerse. Tan grande que Mercedes-Benz nunca pudo sacar provecho del beneficio de la economía de escala que hubiera hecho posible la alianza. Pero a los alemanes les daba terror compartir cualquier cosa, fuera un motor o una plataforma. Los únicos autos que salieron compartiendo más que tornillos fueron el Crossfire, un fracaso porque nadie quería pagar 40 mil dólares por un Chrysler, por más que éste usara la plataforma del anterior SLK; el Chrysler 300, un éxito tan importante que sigue en producción y que fue basado en la plataforma del Clase E de los años 90, además de la Grande Cherokee, que comparte plataforma con la Mercedes ML.

Expectativa y realidad

DaimlerChrysler fue una empresa con dos CEOs y esto no es nada bueno. Internamente los alemanes se comportaban como si fuera los jefes, pero como nadie había dicho esto a los estadounidenses, obviamente la actitud de estos ante el comportamiento de superioridad de los germanos era de rebeldía.

En México los distribuidores Chrysler quedaron con la expectativa de adquirir agencias de Mercedes, algo que casi nunca se cumplió. En las oficinas corporativas, el único cambio real es que directivos de Chrysler estaban felices de que su coche de trabajo ya fuera un Clase E en lugar de un Cirrus o una miniván.

Hacia el público había también muchas confusiones. Primero porque se esperaba que la calidad de Mercedes se permeara a Chrysler y lo que pasó fue justo lo opuesto.

El hecho es que ni Chrysler podía ni Mercedes quería vivir por su propia cuenta. Luego del rotundo fracaso de su primer matrimonio la estadounidense se vio obligada por su familia – en el caso, el gobierno de Barack Obama- a casarse con un italiano para lograr la supervivencia. Mientras que el alemán decidió no exactamente vivir solo, pero en la compañía de un francés y una japonesa. 

20 años después. La marca Chrysler, ahora en las manos de Fiat que fundó FCA, Fiat Chrysler Automóviles, apenas sobrevive con dos productos, uno de ellos aún de la época de Daimler. Mercedes-Benz encontró en Renault-Nissan otra compañera con la que decidió no casarse, solo compartir algunos proyectos, lo que muestra que al menos la lección sobre los problemas por no compartir fue aprendida. El detalle es ver si esos productos hoy compartidos no dañan a la larga la imagen de la empresa, ya que sus modelos de tracción delantera si bien no son malos autos, no son precisamente lo que suelen ser los Mercedes, ni en acabados ni mucho menos en manejo.

Cómo estarán dentro de 20 años, cuando el mundo del automóvil debe vivir el mayor cambio de toda su historia, está por verse.

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