Viernes, 29 de Noviembre 2024

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Memo y Juan

Por: Eugenio Ruiz Orozco

Memo y Juan

Memo y Juan

-Buenos días, estimado Juan ¿cómo has estado? Tienes cara de pícaro- saluda Memo.

-Te tengo una adivinanza- adelanta Juan, entre sonrisas-: Llega y se va, no se puede vivir sin ella y tiene nombre de mujer, ¿qué es?

-Ta fácil… ¡La esperanza!

-¡Ja, ja! ¡Qué chiste, ya te la sabías! -exclama Juan.

-No, lo que pasa es que me la pusiste facilita, pero ¿a qué viene esto? -inquiere Memo.

-A que el futuro se está poniendo más difícil que un crucigrama de EL INFORMADOR... A ver cómo les va a nuestros descendientes -dice Juan.

-¿Por qué piensas eso?

-Con motivo de los 200 años del estado “libre y soberano de Jalisco”, me puse a platicar con mis nietos sobre cómo ha cambiado nuestra ciudad, y no paraban de reírse. No se la creían. Hablamos de la bonhomía de sus habitantes, de las costumbres, tradiciones y de lo bonito que era Guadalajara. Se sorprendieron de que no todas las calles estaban pavimentadas, de que no había celulares, computadoras, tren ligero, ni centros comerciales. Para aclarar sus ideas, les ilustré con una suposición. Les dije: “Imaginemos que, después de una larga ausencia, regresáramos a ‘Guanatos’ y descendiéramos en un globo aerostático en la Plaza de la Liberación. Seguramente tendríamos una gran confusión, porque ahí permanecen la Catedral, Palacio de Gobierno, la Plaza de Armas, la Rotonda y el Teatro Degollado, pero algunos referentes, como la avenida Alcalde, han desaparecido”.

-Oye, qué interesante. Y ¿has pensado cómo serán las cosas en 25 años? -pregunta Memo-, porque según la ONU, el mundo será un caos.

-Pienso que nos hemos deshumanizado y la ciudad se ha desfigurado -observa Juan-. Los barrios están desapareciendo y, con ellos, la solidaridad y protección mutua entre vecinos. Antes, las puertas y ventanas estaban abiertas y veías, a través del zaguán, a quienes ahí vivían. Había plantas en macetas y el canto de las aves enjauladas alegraba la mañana. Había confianza. Hoy, en los cotos, nadie se conoce. Los vecinos se evitan y no quieren ser molestados. Por otro lado, la seguridad ha desaparecido y en lugar de los raterillos que hacían de las suyas, han surgido organizaciones delincuenciales verdaderamente “profesionales”. La droga, que actualmente se distribuye en cualquier esquina, no era un problema de salud pública y la modificación de los roles sociales hace prever un escenario poco edificante para las nuevas generaciones. Además, las diferencias entre clases son cada vez mayores. Te pondré un ejemplo: hoy, una computadora pone una distancia insuperable entre un niño que tiene acceso a ella y uno que no lo tiene. La sociedad no se ha dividido, se ha desfigurado, pulverizado… Ha perdido su identidad y los valores que la inspiraban están siendo substituidos, en algunos casos, por comportamientos cuasi delictivos. El becerro de oro sentó sus reales, a ver quién lo baja de los altares.

-¡Qué pesimista! Ya que hiciste la crítica, ¿qué propones? Porque es muy fácil hablar. Dime qué haremos para que nuestros hijos y nietos vivan en el país que queremos para ellos.

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