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Megafosas

Por: Jaime Barrera

Megafosas

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La tragedia crece y es más de lo que se temía en este iniciado 2023. Al primer sitio con inhumaciones criminales que se localizó hace dos semanas se sumó otro encontrado el viernes en esa misma zona de Tlajomulco, en el que al menos se observaron cuatro excavaciones de las que emana también olor a muerte. 

La primera, ubicada en una brecha que conecta con el camino a San Isidro Mazatepec, en Tlajomulco de Zúñiga, muy probablemente se convertirá en toda una megafosa sin precedente en el país y de la que se podría extraer una cifra récord de cadáveres desde que el problema de las desapariciones en México y en Jalisco se empezó a visibilizar desde el 2018.

Hasta el viernes de la semana pasada, luego de que en la primera jornada de búsqueda se encontraron 41 bolsas con restos humanos el miércoles, 15 más el jueves, y 20 el viernes, llegó a 76 el macabro número de bolsas de cuerpos mutilados en ese panteón criminal, y contando. (Toda otra serie de rompecabezas de cadáveres que saturará aún más el colapsado trabajo de forenses para avanzar en la identificación y entrega de los cuerpos a familias que claman por los restos de sus seres queridos desaparecidos.)

Si tomamos en cuenta que en este predio de la muerte personal de la Fiscalía Especial en Personas Desaparecidas encontró al menos 28 puntos de tierra removida, de los que no se han explorado ni una tercera parte, esta primera megafosa clandestina del 2023 descubierta en Jalisco superará en mucho el luto provocado hace más de una década, en diciembre de 2013, cuando en los límites de Jalisco y Michoacán, en el municipio de La Barca, se encontraron más de 70 cuerpos en 25 fosas. 

Lo que habría que esperar es que a diferencia de aquella ocasión, esta vez no se detengan los trabajos ni se oculte o maquille la búsqueda ante el imparable hallazgo de cuerpos que se dio en el predio que se le quedó el mote del “rincón de la muerte” hace 10 años.  

Más aún porque la segunda fosa, ubicada a unos cuantos kilómetros de la primera, habla de una amplia zona de este municipio metropolitano en la que los sicarios de los grupos del crimen organizado se movían a sus anchas y con toda impunidad.

Los gobiernos federal, estatal y municipal deberían estar llamando a cuentas a los responsables de sus corporaciones y éstos a su vez a los que tenían la tarea de vigilar ese territorio. 

La pregunta que deben responder es: ¿cómo esas amplias zonas despobladas pero con accesos que deberían estar vigilados en Tlajomulco, eran transitadas por los tiramuertos sin que nadie los molestara y que llenaron de tumbas ilegales y convirtieron esos predios en un panteón de las mafias sin que nada pasara por años?

Hace 10 años la megafosa de La Barca no nos hizo reaccionar, esperemos que estas de Tlajomulco sacudan a Gobierno y sociedad y ahora sí se haga algo para poner freno a tanto agobio, luto y dolor.

jbarrera4r@gmail.com
 

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