En “Medusa” (2021), segundo largometraje de la cineasta brasileña Anita Rocha da Silveira, la doctrina cristiana conduce a un extremismo que defiende la moral. Un grupo de chicas no escatiman y persiguen, violentan e incluso exponen en internet a otras mujeres cuya sexualidad consideran inmoral. Un grupo de varones, por su parte, conforman una suerte de organización paramilitar que también vigila y reprime. La unión matrimonial parece ser el único camino a seguir para estos jóvenes.Es una propuesta de tono y estilo cambiante donde destaca su vertiente satírica. Evidencia, por ejemplo, a un pastor y showman que representa intereses económicos y políticos. Asimismo a una sociedad bajo el yugo de los estándares de belleza y la frivolidad moderna de las redes sociales -no falta el video que enseña cómo tomar la selfie cristiana perfecta-.La protagonista de “Medusa”, interpretada por Mariana Oliveira, es una de las chicas represoras, cuyas acciones en realidad reflejan su propia represión sexual. En un punto de la trama se une a un refugio para pacientes en coma, buscando a una mujer casi mítica cuyo brutal castigo por su supuesta inmoralidad inspira en el presente las acciones de la protagonista y sus cómplices.“Medusa” no ahonda en algunos de los temas que introduce. Personajes como la novata que se adentra al mundo del cristianismo parecen relevantes pero van perdiendo peso. Interesantes pasajes de la actividad diaria en el refugio se sienten como de otra película. Un dejo de cine fantasmal permanece como trasfondo, no es central como en “Atlantique” (2019).Aun así su grito central resuena con claridad, es un grito liberador que llega después de que las chicas protagonistas experimentan lo “inmoral”, eso que sin una doctrina llevada al extremo resulta de lo más natural: el inicio de un romance o un simple beso.