A una semana de los comicios, la orientación en dos direcciones contrapuestas del ánimo de los ciudadanos instaló la sensación de conflicto inminente, acentuado porque la candidata oficial, Claudia Sheinbaum, hace días anuncia un fraude de la oposición. Como ve venir que el triunfo que pregona, si sucede, no será lo holgado que le gustaría, prepara el escenario que el día después pueda clamar que no únicamente triunfó, sino que lo hizo en contra de enemigos poderosos y perversos que se valieron de mañas que ella, valiente y demócrata, derrotó gracias a su calidad moral. Es mera especulación, pero las circunstancias admiten las especulaciones más osadas, el régimen actual describiendo la vida nacional con técnicas de la ficción y con mentiras, y la diaria prédica presidencial, con su candidata, respecto a la partición de México en dos: el de ellos y el otro, el que para ningún efecto les interesa, además, a qué viene la alerta de fraude si ellos controlan al INE, dos docenas de gubernaturas, las Cámaras, al Tribunal Electoral y, muy importante, el erario y la relación con los más conspicuos miembros del crimen organizado (especulación que es posible gracias al estilo personal de gobernar de López Obrador).Esto ha contribuido a que los bandos planteen que, si sus oponentes se quedan con la constancia de mayoría, sobrevendrá la debacle. Por lo que parece oportuno practicar un remedo de jerga científica: los países no se crean ni se destruyen, únicamente cambian de forma. De lo que podría seguir: las formas constitucionales que tienen los países son directamente proporcionales al civismo que detenta la masa y a la cantidad de estado de derecho que los rige; pero son inversamente proporcionales -las formas constitucionales- a la variedad de autoritarios que los gobiernan y al dinero público del que disponen los partidos para postular caudillos de poca monta en las elecciones (también caudillas). De lo que se desprende: si la masa es la medida de la inercia, a mayor masa de civismo más impulso para las formas constitucionales; en cambio, más influjo de la masa de caudillos y similares (crimen organizado), superior constancia de las formas del caos, delineadas por la corrupción y la injusticia, que a su vez devastan los arreglos institucionales, lo que incrementa, ciclo viciado, la masa de caudillos y similares.Esta especie de física para la coexistencia política amerita, como toda divulgación de la ciencia que se respete, un glosario, que por la coyuntura se basa en el quehacer político de quienes hoy rigen en México. Arreglos institucionales; conjunto de leyes que se traducen en acuerdos con y entre la sociedad, puestos en un organismo concreto, de interés público para el servicio público. Autoritario; persona que sin considerar las normas y a la sociedad, hace lo que quiere sin sentirse obligada a rendir cuentas o ceñirse a las leyes y a la decencia. Caos; índole de una sociedad en un momento dado: sus integrantes saben en qué consiste el comportamiento ético, pero en paralelo entienden que si no les conviene actuar de ese modo pueden hacer como prefieran, al cabo no pasa nada, pero resulta que sí pasa, justamente se instala el caos, que es la creación de un estado amorfo e indefinido, angustiante para la sociedad. Caudillo; véase autoritario y añádase: individuo, hombre o mujer, que armado de su carisma simula hacer lo que hace en nombre y para beneficio de subjetividades: la patria, el pueblo, la bandera, la investidura o una ideología, aunque en realidad no se preocupa sino por lo primero, ser autoritario para ventaja de sí mismo. Civismo; antes, comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública, ahora, ensueño de tiempos idos. Corrupción, hacer uso de lo común para provecho personal y con ese provecho armar un programa de gobierno; la corrupción se combate manifestando que uno no es corrupto y los demás sí. Crimen organizado; agrupación de autoritarios y caudillos (véanse más arriba) cuyos miembros, mujeres y hombres, se comportan al extremo de la violencia y la ilegalidad en concierto con autoridades y con cierta iniciativa privada. Estado de derecho; condición de la nación, o sea, del territorio y sus habitantes, en la que todos saben que las leyes se cumplen y se hacen cumplir, quien no lo hace (cumplir o hace cumplir), sea quien sea, es sancionado de acuerdo con códigos creados por representantes populares. Formas constitucionales; polarmente opuestas al caos (véase). Injusticia; traición a las formas constitucionales, normalmente la resienten más las poblaciones vulnerables y quienes la perpetran andan por ahí como si nada, siendo, por ejemplo, presidentes de la república. Masa; magnitud sociopolítica que representa gran acumulación de material humano, ya sea para fines clientelares o para calcular y exhibir el capital político del autoritario en turno o el de la que desea que lo suceda; no confundir con pueblo, la masa es moralmente neutra y la conforman seres que puestos en masa pierden la calidad de individuos: en tanto que el pueblo, dicen, es bueno y querible y por eso quienes lo componen son ídem, aunque nadie los conoce sino por alusiones presidenciales. País; mezcla a veces armónica, otras no, de historia, sucesos cotidianos, simples o grandilocuentes, de anhelos personales y comunitarios, de identidades, valores y culturas, en una geografía delimitada, consuetudinariamente a merced del caudillo autoritario en turno que cree reinventarlo de una vez y para siempre. Para algunos, este 2 de junio se tratará no sólo de mandar a la banca a López Obrador, sino de desterrar sus maneras de mandar, no exclusivas de él, sí exacerbadas por él: prescindir de la democracia y del diseño constitucional de la República, que en sus manos dejó de ser la cosa de todos para volverse la cosa de él, para él.agustino20@gmail.com