Miércoles, 27 de Noviembre 2024

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¿Qué hay de nuevo?

Por: María Belén Sánchez

¿Qué hay de nuevo?

¿Qué hay de nuevo?

Si los muchachos dicen que en cuestión de lluvias y clima cada día trae una sorpresa, bien podemos decirles que nada es imprevisto, que todo está ya previamente programado desde el inicio de los tiempos.

Y si por allí, me salen con profecías alarmantes y desaforadas pronosticando futuros desastres, yo tan sólo les diría que no hace falta subir tanto el volumen. Y a los que se vuelven todo oídos, dando a estos profetas un crédito incondicional, les diría que las cosas son más sencillas, porque no hace falta ni mucho conocimiento ni mucha ciencia para ver por dónde corre el río...

Es un hecho, toda la naturaleza responde a unas normas previamente establecidas desde la creación del universo.

Los seres vivos también se rigen por reglas naturales e instintivas, y conforme avanzan en la escala vital, adquieren más habilidades y posibilidades.

Ahora bien, tan sólo el ser humano, dotado de inteligencia y voluntad, que supuestamente está en la escala más alta de la cadena evolutiva de la vida, es el único que rompe las normas y va más allá de lo establecido por el autor de la creación.

Las civilizaciones avanzadas que alcanzaron un repunte significativo en la civilización y cultura, han dejado huella en la historia y que nos han dejado una pruebas fidedignas de su paso por este mundo, también las hemos visto descender con clara evidencia, cuando sobrepasaron los límites y rompieron con lo establecido, entonces se vinieron abajo y descendieron a niveles insospechados, hasta derrumbarse y desaparecer del trayecto tradicional de la historia.

Lo mismo está sucediendo en la actualidad, en una época en que con los medios técnicos, rápidos y veloces, creemos alcanzar la altura del nivel, máximo, y al llegar a la cúspide, en un cierto momento, empieza el descenso.

Hoy por hoy, la comunicación se contamina con la incomunicación, porque no alcanzamos a asimilar la variedad de contenidos a veces tan confusos y contradictorios; porque las distancias nos ahogan en un pozo de redundancias, porque a veces nos sentimos perdidos en un laberinto sin salida, y porque la palabra que eleva y devela misterios, se contamina con una palabrería insulsa, al grado que hasta presentimos que en dos o tres generaciones futuras, la capacidad de leer se habrá anulado casi casi del todo.

Y entonces, los únicos que tendrán en sus manos todas las posibilidades del mundo serán aquellos que sepan verdaderamente leer, pero no tan sólo los signos impresos, sino los significados universales y las señales naturales, y también los eventos programados por los siglos.

Por eso, con una cierta capacidad de reflexión y de observación, con discernimiento y buen sentido, sin duda será fácil ser profeta y percibir hacia dónde va a llegar todo cuanto nos ocupa y nos preocupa.

Yo bien podría decirte realidades muy evidentes acerca de la economía, pero sería largo de explicar, ya que tiene muchos aristas y lo vemos reflejado en distintos aspectos, según desde el ángulo que cada uno lo mire.

Los problemas de violencia, inseguridad y confusión, también son fáciles de resolver, pero aunque tenemos ante la vista las soluciones, no logramos hacerlas efectivas.

No hace mucho vi una historieta, legado de nuestros ilustres dibujantes –Abel Quezada, de feliz memoria–- que me pareció de verdad clarividente.

* una cabaña en un cerro. Allí vive un ermitaño.

* * llega hasta él un emisario del comunismo. Le invita a vivir en su sistema...

* * * un capitalista le muestra su mundo, con todos sus atractivos...

* * * * otro paisaje con la misma montaña del inicio en donde hay tres cabañas.

En resumen, no hay nada nuevo; nada que verdaderamente pueda darnos solución, más que vivir la autenticidad de la verdad que está inscrita en lo más vivo del propio corazón.

Muchas cosas ya las sabemos, desde la antigüedad; desde el decálogo que regía la vida del Pueblo de Israel; desde las vivas enseñanzas del Evangelio, que puede entenderlas hasta un niño o un campesino. Pero no, queremos cosas más rimbombantes, teorías supersónicas y luces encandilantes y luego, cuando aquello fracasa, nos preguntamos ¿Por qué?

Por eso mi invitación es a la reflexión y... a la oración al Padre del cielo, qué puede darnos luz, claridad, aplomo, sabiduría y buen sentido para entender y cumplir su voluntad.

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