Hace una semana escribí aquí sobre la Encuesta Nacional de Discriminación. Según los datos de la encuesta, el color de piel, ser mujer e indígena, son tres de los factores que generan mayor discriminación en México. Son las causas del racismo social que no queremos reconocer. Nos faltó incluir el trabajo, lxs empleadxs del hogar carecen de derechos laborales.Marcelina Bautista es un ejemplo de toda esa discriminación. Originaria de Nochixtlán, Oxaca, llegó a la Ciudad de México a los 14 años para trabajar haciendo limpieza. Luego de sufrir abusos, insultos y discriminación, decidió prepararse en distintos ámbitos, incluido aprender español. En 1988 fundó el Grupo de Trabajadoras del Hogar “La Esperanza” para apoyar a personas trabajadoras del hogar y asesorarles en sus derechos laborales. Ese mismo año participó en el Primer Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Trabajadoras del Hogar. En 2000 fundó el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar, CACEH. Desde ahí ha promovido los derechos humanos de las trabajadoras del hogar y llevó a cabo el proceso de sindicalización de estas trabajadoras, que se formó el 30 de agosto de 2015.Finalmente, después de 20 años, este domingo 31 de marzo, Marcelina presentó junto con la Secretaria del Trabajo y el director del IMSS, el programa piloto para que las trabajadoras del hogar tengan seguridad social. Es increíble que este logro haya tomado dos décadas. Digno y patético reflejo de quienes somos. Marcelina ha tenido que empujar contra el racismo y la discriminación de nuestra sociedad. El argumento de Hacienda durante años fue que hacerlo “era muy caro”, en el IMSS que no tenían capacidad para más de 2 millones de derechohabientes adicionales. El argumento de muchos empleadores es que ellas no lo merecen, no las ven iguales al trabajador formal de una empresa. Todos mal.¿Cuántas Marcelinas se requieren para terminar con la discriminación y la violencia social y de género que padecemos? ¡Ya basta! ¡Gracias Marcelina!