El pasado fin de semana el Vaticano hizo oficial el nombramiento del Cardenal Robert McElroy como nuevo arzobispo en Washington DC. No tendría nada de significativo que dentro del organigrama de la iglesia católica en el país vecino, el religioso, quien estaba asignado a la diócesis de San Diego, California, ahora tuviera su residencia en la capital estadounidense, salvo que la llegada de McEnroy coincide con la toma de posesión de Donald Trump a la presidencia y el religioso se ha caracterizado por ser un defensor de los derechos de los migrantes y severo crítico del presidente electo.McElroy ha insistido -en varias ocasiones- que las intenciones de llevar a cabo deportaciones masivas y amedrentar a los migrantes son “incompatibles con la doctrina católica”, aunque reconoció que Estados Unidos “tiene derecho a controlar las fronteras y es un esfuerzo legítimo”, pero a través de procedimientos más humanos. Y recientemente en una declaración a la agencia de noticias Associated Press (AP), dijo que comparte ampliamente la visión del Papa Francisco de que “la iglesia no discrimina”.La designación de McElroy a Washington no se ve solo como un movimiento interno y ajeno a los cambios en la administración federal en los Estados Unidos, haciendo notar que el nombramiento se hizo exactamente el día que se cumplió el cuarto aniversario del asalto al Capitolio -6 de enero de 2021-, cuando multitud de seguidores motivados por Trump invadió el recinto para reclamar la derrota electoral frente a Joe Biden. Se vislumbra a la distancia que desde el Vaticano se quiere tener un contrapeso muy cercano a la Casa Blanca y tratar de influir para proteger los derechos de los inmigrantes. Solamente tenemos que retroceder 9 años -2016- durante la campaña de Donald Trump, cuando el candidato a la presidencia pregonaba la construcción del muro fronterizo con México y el Papa Francisco -durante su visita a México- publicó en las redes sociales que “quien solo piensa en construir muros y no construir puentes, no es cristiano. Es un pecado rechazar a los migrantes ilegales en sus países”.La iglesia con este movimiento intenta darle más presencia y fuerza a su posición -poniendo “marcaje personal” al presidente electo-, aportando su “granito de arena” en la defensa de los migrantes, además de querer influir en los católicos, quienes apenas representan el 22 por ciento del electorado en todo el país, además de tomar en cuenta que estados como Michigan, Pensilvania, Arizona y Wisconsin, donde hay una alta concentración de católicos, fueron ganados por Trump en la pasada elección presidencial.¿Usted, qué opina?