Viernes, 22 de Noviembre 2024

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Mano maestra

Por: Jaime García Elías

Mano maestra

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El podium de los directores de orquesta fue, hasta hace pocos años, una extensión del célebre Club de Tobi: no se admitían mujeres. Actualmente la presencia femenina en las grandes orquestas es una hermosa realidad. Lo mismo sucede, gradualmente, en el terreno de la dirección. Oxsana Lyniv, la primera mujer en dirigir en el célebre Festival de Bayreuth, el año pasado; Han-Na Chang, Agnieszka Duczmal, Karina Canellakis y Alondra De la Parra (mexicana, directora de la Filarmónica de Jalisco [OFJ] por un lapso breve), entre otras, están ya en las grandes ligas de la dirección orquestal.

Es posible que hacia allá apunte la carrera de Mariana Martínez, cellista de la OFJ y directora de los conciertos que el ensamble ofreció el miércoles en la iglesia del Señor del Monte, de Jocotepec, y el viernes en el Patio de los Naranjos del Instituto Cultural Cabañas (ICC).

Mariana dirigió los ensayos de las tres obras del programa, pero estuvo físicamente frente a la orquesta sólo en las Tres Sinfonías del Ciclo Mannheim, de Johann Stamitz –precursor de Mozart y Haydn– que dieron el cerrojazo. Intensa, vigorosa, respetuosa del tempo y las dinámicas, criteriosa y elocuente en las anacrusas, dio prioridad al respeto de la partitura y desechó la tentación de convertir su función en una simple coreografía.

Al tratarse de obras poco conocidas, tocadas en sucesión, el público aplaudió –inoportunamente– al final del segundo movimiento de la Segunda Sinfonía (en La Mayor) pero no al final de la Primera (en Sol mayor) o de la misma Segunda.

Con casi lleno en las alrededor de 250 localidades dispuestas en el Patio de los Naranjos, abrió la audición la Serenata No. 11, K. 375, para octeto de alientos, de Mozart: a años luz en materia de popularidad de la celebérrima Pequeña Serenata Nocturna K. 525, por ejemplo, pero con la inconfundible marca de la casa.

En la parte central de la velada, un tanto deslucida por la deficiente acústica del espacio, estuvo el Concierto para Contrabajo y Orquesta de Cuerdas, de Bottesini, con Óscar Luque como solista.

Los próximos conciertos de la temporada tendrán lugar el jueves 12 en la iglesia de San Francisco de Asís, de Tizapán el Alto, y el viernes 13, nuevamente en el Patio de los Naranjos del ICC, con José Luis Castillo como director, y obras de Wagner Schubert y Haydn.

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