Lunes, 25 de Noviembre 2024

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Manifestaciones y condenas

Por: Jorge O. Navarro

Manifestaciones y condenas

Manifestaciones y condenas

Después que han terminado los festejos por el aniversario de fundación de la ciudad y en medio de un calor que se anuncia sofocante, mientras los martillazos de los trabajadores anuncian el desmantelamiento de las estructuras festivas en la Plaza de la Liberación, comienza ya un cambio de agenda y se prepara, en esa misma plaza pública, una cita con la ciudadana: el domingo 26 de febrero se convocó a una manifestación en defensa de la estructura del Instituto Nacional Electoral (INE) y también para denunciar los daños que provocará la reforma electoral disminuida, y ahora conocida como el “Plan B”.

Desde su tribuna siempre potente en Palacio Nacional, el Presidente Andrés Manuel López Obrador ya sentenció a las movilizaciones que se efectuarán no únicamente en la capital de Jalisco, si no también en otras 35 ciudades del país cuando menos.

El Mandatario aseguró que estas movilizaciones han sido convocadas por los partidos Acción Nacional (PAN) y el Revolucionario Institucional (PRI), y que están respaldadas por los “intelectuales orgánicos” y se trata, en suma, de un “striptease político”.

Es una forma muy clara, fácilmente entendible, de vulgarizar y disminuir una movilización.

Como siempre, el Presidente se dirige a las huestes de sus simpatizantes. Es parte de la guerra electoral que se avecina, primero en las elecciones de Coahuila y el Estado de México, y después en la gran cita de 2024.

Lo que deja entendido el Presidente del país, sin decirlo, es que en este momento sólo se pueden considerar válidos los movimientos sociales que convoque el partido Morena, fundado por él y principal pilar de su Gobierno.

Hay que aclarar, aunque no quiera considerarlo la parte de la población que apoya sin restricciones al gobierno lopezobradorista, que a pesar de la presencia de militantes de partidos políticos, la movilización del domingo 26 tiene valor por sí misma y puede generar resultados sorprendentes.

Como ejemplo está la primera convocatoria, en noviembre del año pasado, que al ser respondida por miles en diferentes puntos del país, prácticamente provocó la cancelación de la reforma electoral, de carácter constitucional, que había pedido el Presidente mismo, y no debe olvidarse que él mismo bautizó como “Plan B” la versión disminuida de su propuesta.

Luego entonces, la manifestación sí puede causar cambios inmediatos y no es sólo un “desnudo” público de militantes de otros partidos políticos.

Un tema importante también para considerar: que participen en la movilización algunos o muchos miembros de partidos políticos, no significa que la causa se invalide.

Aunque los intereses son varios y se confrontan, la intención de los muchos o pocos que se movilicen para exigir que no desaparezca la estructura electoral que se ha construido durante más de 30 años, sigue siendo sólida e impacta en Palacio Nacional.

¿Importa que sean muchos los manifestantes? Naturalmente, si las manifestaciones son abundantes, la señal que envíen será más potente.

Pero quizá lo más importante ahora es que se sostengan y soporten las descalificaciones que llegan desde la mañanera y desde los diferentes liderazgos de Morena.

La democracia brinda la oportunidad de manifestarse. Las condenas públicas le dan valor al ejercicio de este derecho.
 

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