El nuevo gobierno de la Presidenta Sheinbaum tiene apenas dos semanas de iniciado y poco a poco se van disipando las dudas de lo que pasará al arranque de su gobierno. Si bien desde que ganó las elecciones, la presidenta se comportó como una copia de AMLO, se suponía que conforme tomara posesión a partir de octubre, se iría revelando su verdadera idea respecto a lo que pretende hacer con la economía nacional.Si bien son pocos días los que lleva de presidenta, han sido suficientes para que ella mande algunas señales importantes respecto a un par de elementos clave que definirán lo que le pasará a la economía. Una de esas señales es la reforma al poder judicial de AMLO. Sheinbaum pudo haber operado mil y un formas de irle metiendo freno o descafeinando los alcances de la reforma judicial ya aprobada por el Congreso. Sin echarla para atrás, para que no fuera calificada de “traidora”, pudo haber mandado señales de que se iría con calma.No lo hizo. De hecho, en varias ocasiones ha expresado que la reforma al poder judicial va para adelante. La reforma al poder judicial caminará como la planteó AMLO y nada detendrá su avance. Si este proceso entre que destruye lo que existía y arma su nuevo esquema con jueces elegidos por tómbola, detiene todo el proceso de administración de justicia en el país, pues ni modo.Si esta destrucción mete ruido e incertidumbre entre los inversionistas nacionales y extranjeros, no importa.La presidenta cree que con repetir en sus conferencias que la reforma no afectará las inversiones, será suficiente. O que, con realizar reuniones con las cúpulas empresariales, bastará para que no haya efectos negativos.Desde mi punto de vista, ni los dichos de la presidenta ni los eventos con los empresarios de élite, bastarán para eliminar los costos de la reforma.La realidad es que la nueva administración arranca sin dinero en los cajones y con una presión por recortar el gasto en un monto de 3 por ciento del PIB, para bajar el enorme déficit fiscal que le heredó AMLO.Incluso si la presidenta y su equipo en Hacienda acuerdan hacer un ajuste gradual al déficit fiscal para que no ocurra todo de golpe en 2025, de todos modos, habla de un recorte de al menos 2 por ciento del PIB. Con un gasto público en retroceso y un mal escenario de negocios, 2025 se anticipa que sea un mal año para el país. Hoy todavía se piensa que México podría crecer hasta un 1 por ciento el próximo año. Pero la verdad, no se ve de dónde podría venir ese crecimiento.Algunos todavía le apuestan a que el nearshoring para México ocurrirá en 2025. Hoy en día, las nuevas inversiones han sido decepcionantes. Y el escenario de crecimiento en un primer año de cualquier administración federal, siempre son a la baja. Entre que hay cambios de funcionarios y cierre de programas, el gasto público tiende a ralentizarse.En 2019, primer año de la administración de AMLO, la economía mexicana no solo no creció, sino que terminó cayendo. Y la explicación se atribuye a la incertidumbre creada a partir de la destrucción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México.En este 2025, al parecer la baja en el crecimiento económico se le atribuirá a la reforma al poder judicial y al recorte en el presupuesto público que Sheinbaum está obligada a hacer.Aunque no quiera.