El segundo domingo de Cuaresma nos ofrece un tema muy hermoso para reflexionar. Es precisamente el tema de la luz. Y no precisamente la luz que nos rodea, o que nos envuelve y nos permite mirar el entorno con diáfana claridad.El término que se usa nos dice que aquella noche, en la montaña, Jesús se transfiguró o lo que en palabras de nuestro vocabulario, significa, que Jesús brilló radiante, como lo hacía frecuentemente aún cuando andaba en medio de mucha gente…Cada uno puede leer el Evangelio y meditar lo que allí se dice, pero en el trasfondo tenemos que reconocer la invitación que a cada quien se nos hace de ser también luz para los demás.Y no es fantasía. Porque nosotros mismos hemos constatado cómo hay algunas personas que trasmiten luz, como si nos dejaran algo de ese brillo o resplandor que llevan en el corazón.Y también hay quienes trasmiten sombra; ya que después de un encuentro, nos dejan tristeza, un poco de melancolía o una pesadumbre inexplicable.Y esto es precisamente lo que podemos aprender hoy del Señor Jesús: lo que nos enseña con su vida y sus ejemplos: él nos dice que tenemos la oportunidad de cultivar en nuestro corazón lo más positivo, lo que anima, lo que construye, lo que hace a la persona con quien alternamos más alegre, más propensa a ver lo bello y lo bueno de cuanto nos rodea.Y al mismo tiempo, nosotros también podemos adquirir esas características que nos hacen cada vez más semejantes a ese Ser que destella luz desde su persona, con sólo su presencia, con su palabra que trasmite optimismo, tranquilidad, paz y alegría.Ciertamente todo esto nos va a ir invitando a acercarnos cada vez más al modelo que tenemos ante nosotros y que se revela como lo más hermoso y a quien definitivamente tenemos que imitar si queremos paz en el corazón, en la Patria y, definitivamente, en el Mundo entero.Paralelamente el texto nos va a relatar cómo Jesús conversaba de tú a tú con Moisés y con Elías. Lo cual en otras palabras nos habla de la sabiduría eterna que mueve la humanidad hacia un progreso definitivo, y hacia un mejoramiento humano integral.Crecer como persona, no es solamente avanzar en edad y en experiencia, es sobre todo hacer una síntesis de la ciencia aprendida a lo largo del camino de vida que cada uno ha transitado y que le ayuda a ser mejor en todo aspecto.Tal vez una persona verdaderamente sabia, la que trasmite luz, paz y una motivación muy positiva para ser cada vez mejor, podemos reconocerla en aquellos con los cuales nos agrada estar, conversar y compartir… personas que nos ayudan a ser mejores, a afrontar los problemas y lo escabroso de la vida con serenidad y optimismo.Personas que trasmiten paz, que enseñan a perdonar, a disculpar y a entender situaciones difíciles, con la misma actitud de quien lleva la luz en medio de la oscuridad, para alumbrar el entorno y para iluminar hasta lo más íntimo del ser, y trasmite lo mejor que hay en su corazón.Por eso no podemos quedarnos en esos aspectos negativos que muchas veces han enturbiado nuestro concepto de “cuaresma”. Es cierto que la terminología y las expresiones han cambiado a lo largo de los años, pero a nosotros, los habitantes de este siglo, nos toca rescatar lo luminoso y darle un sentido vivo aunque con palabras nuevas.La prueba de que estamos en lo correcto y que vamos por el buen camino hacia el Monte Tabor es la luz que trasmitimos, que recibimos y que comunicamos en el ambiente en el cual nos toca vivir y desarrollarnos.Así pues, ánimo, a vivir nuestra Cuaresma gozosamente, siguiendo al Maestro que nos ha dado ejemplo y orando con toda el alma para que la Paz y la alegría reinen en cada corazón, en cada nación y en el mundo entero.