El distractor que siempre fue el tema de la rifa (que nunca será) del avión presidencial ha quedado momentáneamente en el olvido en las ruedas de prensa mañaneras del Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Ese objeto volador que tanto le ha servido para recalcar su discurso de austeridad y de denuncia a los excesos y despilfarros de sus antecesores en el poder pasó a segundo plano, para dejar en el centro de su narrativa el caso Lozoya desde hace un mes que ocurrió la extradición pactada.Ese cambio en la retórica implicó bajar de perfil su bandera de la austeridad para ondear con más fuerza que nunca la de la lucha anticorrupción y contra la impunidad que siempre enarboló como su principal motivación y promesa para llegar a la Presidencia de la República.Para los simpatizantes de AMLO, el señalamiento inicial del ex director de Petróleos Mexicanos (Pemex), Emilio Lozoya, en contra del ex presidente Enrique Peña Nieto y del ex secretario de Hacienda, Luis Videgaray, el videoescándalo de dos panistas engolosinados con las pacas de billetes que clavan en unas maletas y la denuncia de 64 páginas en las que se involucra también a los ex presidentes Carlos Salinas de Gortari y Felipe Calderón, y a otros 13 políticos, son la mejor prueba de que López Obrador siempre dijo la verdad al denunciar que el fracaso del país se debía a los altos niveles de corrupción que solapaban los gobiernos priistas y panistas. El PRIAN que acuñó su líder era más que cierto, se reconfortan sus huestes.Especialista como es en el manejo de la oportunidad, o del timing, como se dice en la jerga política, López Obrador sabe los puntos positivos que le está generando este caso en su base electoral, por lo que este tema gana cada vez más tiempo en su rueda de prensa mañanera. Ayer habló más de una hora de la denuncia de Lozoya y hasta se pitorreó diciendo que no alcanzó a leer todo el documento de 64 páginas, para no desvelarse, pero sobre todo para que no le “dieran pesadillas”.López Obrador sabe que todo el circo mediático que ha logrado con el caso Lozoya superó sus expectativas de lo que le traería su extradición pactada y la recuperación que le significaría en su popularidad, que se vio severamente golpeada por el manejo de la pandemia, la mala marcha económica del país y la escalada de violencia, inseguridad y narco, que ha eclipsado y relegado de la conversación nacional por presentarse como el paladín y el primero en castigar y exhibir a los corruptos.Insisto que tanto uso propagandístico de este asunto podría desvirtuar su principal bandera de la lucha contra la corrupción, pero igual no le pasa nada porque no tiene enfrente a un opositor como él siempre lo fue. Sus opositores hoy están debilitados y evadiendo culpas mientras el 2021 cada día se aproxima más y el Presidente amasa poder como nunca.jbarrera4r@gmail.com