Tras casi tres décadas de medrar del Sindicato de Trabajadores de Petróleos Mexicanos y ser parte de la corrupción rampante que llevó a la bancarrota a esa empresa paraestatal, con la complicidad de los gobiernos priistas y panistas, Carlos Romero Deschamps decidió ayer dejar el sindicato petrolero, luego de que el Presidente Andrés Manuel López Obrador confirmara el lunes que la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, le investiga por diversas irregularidades en sus manejos financieros.Romero Deschamps representó siempre el conocido como “sindicalismo charro” bajo el cual se enriqueció a niveles de escándalo. Prueba de ello, y de la impunidad que siempre gozó y que hoy parece está a punto de llegar a su fin, fueron sus pertenencias y los viajes, joyas y yates que sin rubor alguno exhibían en redes sociales sus hermanos, su hija y su hijo. Esa opulencia y extravagancia la mostraba su hija Paulina Romero Durán posando en el Palacio de Versalles, en su yate “El Indomable” de 16 millones de pesos que le dio su padre y en el que pasea a sus tres perros Yate, Keiko y Boli, o luciendo la ropa, accesorios y joyas de las marcas más exclusivas, al igual que su hijo José Carlos a quien su generoso padre le obsequió en 2013 un Ferrari Enzo, edición limitada, de dos millones de dólares, y más tarde un Ferrari 458 Spider de más de 26 millones de pesos, color dorado, que alcanza velocidades de hasta 32 kilómetros por hora. Como a su hermana, a él también su padre le obsequió un yate, “El Guly” de más de 14 millones de pesos.Pero Deschamps, también es muy generoso consigo mismo. Desde hace al menos una década, diversas publicaciones documentaron el gasto millonario que hacía también en su yate de Cancún, coches, relojes de más de 7 millones de pesos, viajes y propiedades inmobiliarias entre las que destaca un departamento de 18.7 millones de pesos en Cancún y otro de 110 millones en The Bath Club en Miami.Si no se hubiera tratado de un caso de justicia selectiva, Romero Deschamps, debería haber sido detenido desde hace seis años que se detuvo a Elba Esther Gordillo en el inicio del sexenio del priista Enrique Peña Nieto, porque como ella en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, él manejó igual o con peor discrecionalidad y despilfarro el sindicato petrolero. Hace seis años lejos de detenerlo, le dieron fuero al hacerlo senador. Hoy parece que esa impunidad terminó.Además de que regrese lo que se llevó, ojalá su salida del STPRM contribuya a que también se dé un verdadero cambio que erradique la corrupción y el saqueo en el sindicato petrolero.jbarrera4r@gmail.com