La revelación, el miércoles pasado, del embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, en el sentido que sabía desde el primer día que inició esa función diplomática en nuestro país de la investigación y de la orden de aprehensión en contra de Salvador Cienfuegos Zepeda, ex secretario de la Defensa Nacional en el sexenio pasado del priista Enrique Peña Nieto, provocó que ayer finalmente hablara del tema el canciller Marcelo Ebrard, quien nada había dicho luego de ser el primero en anunciar en sus redes sociales que el propio Landau le había informado de la detención del general en retiro en el aeropueto de Los Ángeles, California, el pasado 15 de octubre.Ayer, el titular de la SRE no sólo rompió el silencio sino la indicación inicial que dio el Presidente de la República, Ándres Manuel López Obrador, de que él sería el único que hablaría del tema por lo delicado del mismo. El pronunciamiento hecho ayer en la mañanera por el canciller mexicano contradijo lo dicho por su jefe el Presidente, que a su vez también había mostrado titubeos y opiniones encontradas al referirse al tema. Primero reprochó a las autoridades de Estados Unidos que nada le hubieran informado de este caso y al día siguiente cambió su opinión al señalar que el gobierno del país vecino no tenía ninguna obligación de hacerlo por ser una nación independiente.Esta última postura contrastó con la que ayer expresó Ebrard, quien aunque aceptó que el embajador estadounidense estaba impedido de compartir esta información por las reglas de estricta confidencialidad del Gran Jurado estadounidense (que fue la instancia de la que salió la acusación en contra de Cienfuegos que se presentó ante la Corte Federal del Distrito Este de Nueva York), reveló que México ya expresó “de forma verbal y documentalmente” su “profundo descontento” con el gobierno de Estados Unidos por no haber compartido información del Caso Cienfuegos.Aunque este reclamo, del que supimos dos semanas después, es para muchos la confirmación de la nula confianza que el gobierno estadounidense tiene en las autoridades mexicanas en materia de combate a las mafias por seguir viendo altos grados de complicidad de mandos mexicanos policiales y gubernamentales con la delincuencia organizada, lo cierto es que al interior de las Fuerzas Armadas hay también desconfianza de si de verdad el gobierno de la 4T desconocía el caso o, pese a estar enterado, dejó a la justicia norteamericana actuar para no enfrentarse al Ejército, que está convertido en su principal aliado y operador.Tal vez por eso el guiño que también les lanzó ayer Ebrard al asegurar que el gobierno mexicano le brinda “toda la asistencia consular” que sea necesaria a Cienfuegos, a quien muchos al interior del Ejército lo ven como a uno de los suyos, traicionado y abandonado a su suerte.jbarrerar@gmail.com