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Los tecnócratas ante AMLO: silencios, repliegues y estampida

Por: Luis Miguel González

Los tecnócratas ante AMLO: silencios, repliegues y estampida

Los tecnócratas ante AMLO: silencios, repliegues y estampida

¿Cuándo comenzó la Presidencia de AMLO? El calendario político dice que fue el 1 de diciembre del 2018, pero a todos nos consta que no fue así: López Obrador comenzó a tomar decisiones de asuntos públicos algunas semanas antes de tomar posesión. Esto fue evidente en la cancelación del aeropuerto. Las cartas estaban echadas desde finales de octubre, cuando se realizó la “consulta”, diseñada para asegurar el fin del proyecto… o quizá antes, porque el Gobierno del presidente Peña decidió dejar todo el escenario al ganador del 1 de julio, desde el día después.

La claudicación de Peña Nieto no sorprendió a casi nadie. Algunos la atribuyen a un pacto con AMLO y otros, simplemente, nos recuerdan su mediocridad. El presidente Enrique Peña que se quedó pasmado luego de la derrota de su partido es el mismo que no supo citar tres libros en la FIL de Guadalajara en el 2012 y, también, aquel que invitó a Donald Trump en agosto de 2016. Es el presidente que se quedó callado en Los Pinos, cuando López Obrador anunció la anulación de la reforma educativa. Se quedó callado, sonrió y le dio la mano, como si estuviera filmando un spot, luego de escuchar el anuncio de la demolición de una de sus reformas.

Casi nadie esperaba otra actitud de Peña. Lo que sí llama la atención en este arranque de la 4T es la pasividad de los tecnócratas. No han asumido una actitud más aguerrida en la defensa de las reformas estructurales que impulsaron, ni de las grandes decisiones que tomaron. Esta actitud es uno de los hechos más relevantes del comienzo del sexenio, en materia económica. Esta tribu que fue todopoderosa se ha convertido en una sombra. Si antes eran elocuentes y ubicuos, ahora están “borrados”. Tienen dificultades para contestar contundentemente los señalamientos de López Obrador y su equipo. No importa si los acusan de haber acabado con México en los últimos 36 años; de haber incurrido en conflictos de interés, o de ser cómplices de un saqueo permanente de las arcas públicas. La mayoría se quedan callados, los que responden se encuentran con que sus respuestas rara vez llegan a la primera plana, por dos razones: a) porque ya no tienen tanto poder, y b) porque no se afanan demasiado en responder. Hay que buscar los argumentos de los que fueron secretarios entre las notas secundarias y en las cartas al director.

¿Es un repliegue táctico o una estampida? Eran grupo y hoy son solistas o duetos. Luis Videgaray no ha tenido una aparición pública desde hace meses. Se rumora que vive en Nueva York y que reaparecerá como directivo de un Fondo de Inversión. Emilio Lozoya se deja ver en restaurantes de la Ciudad de México, mientras se alista ante lo que pueda venir por su gestión en Pemex y las acusaciones de corrupción. Aristóteles Núñez, que tiene talento como comunicador y había sido crítico de AMLO, abandona Twitter.

José Antonio González Anaya se prepara para iniciar la ruta de las consultorías, en sociedad con Mikel Arriola. José Antonio Meade anuncia su incorporación como consejero en dos grandes grupos: HSBC y Alfa. Ganará mucho más que el Presidente. Su decisión es legal, pero absurda desde el punto de vista político. El tecnócrata que ocupó más altas posiciones en los últimos dos sexenios con sus nuevas chambas parece decir adiós a la función pública. Asume sus nuevos encargos, apenas días después de que López Obrador apuntara su dedo flamígero contra los altos funcionarios que se van a trabajar al sector privado. ¿Repliegue táctico, retirada o provocación?

(lmgonzalez@eleconomista.com.mx)

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