En las noticias sobresalientes del pasado miércoles 25, informan “Conmoción mundial: muere Diego Armando Maradona”. Resaltando, quien compartía la noticia: “Se fue uno de los grandes. El segundo”… A lo cual, la respuesta espontánea y obligada fue: “El primero, Pelé; nunca ha dejado de ser grande... Pero este, segundo, se perdió en la soberbia y ambición... enorme diferencia, y ejemplo quizá, de lo que no se debe de ser (QEPD). Ya era justo que dejase de andar causando lástima...” Son en extremo contradictorios, los comentarios que han circulado en redes y espacios informativos oficiales, con respecto al fallecimiento del ídolo futbolero. Una imagen que circuló ampliamente por WhatsApp, ilustrada con la señera fotografía del cineasta Clint Eastwood, acota certeramente este comentario: “Cuando te enteras que médicos argentinos, perdieron la vida luchando contra el COVID y el Gobierno no les dio nada; muere un jugador de futbol drogadicto, alcohólico, golpeador de mujeres, acusado de pederastia, y el mismo Gobierno, decreta tres días de luto y lo velan en la Casa Rosada; te das cuenta que la sociedad se fue al carajo…”¿Irónica coincidencia? Destaca la prensa cubana que el fallecimiento de “El Pelusa”, concurre con el cuarto aniversario de la muerte de Fidel Castro. Casual convergencia que trae a la memoria, el metafórico comentario del actual Presidente de México, con respecto entonces a la partida del líder cubano, pretendiendo equipararlo con un personaje de la talla de Nelson Mandela.Maradona y Fidel, “segundos” muy distintos y lejanos a “sus primeros”, como Pelé, Mandela. ¡Nada que ver! Nada que ver como seres humanos... como valioso ejemplo a seguir. A lo sumo, se dedicaron cada par, a actividades del mismo gremio, se hicieron notar en ello, pero su desempeño -lo resalta fielmente, eso que llamamos Historia- fue “del cielo a la tierra”.por Sergio López RiveraLord Acton, en el siglo XIX ya declaró que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Científicos de la Universidad de Duke hicieron un estudio en el que analizaron la relación del poder con lo que denominaron el síndrome de hubris, el que, ciertamente no por mera coincidencia, muestra las características del comportamiento del Presidente López Obrador totalmente similares a los casos de destacados políticos de otros países y que podemos enumerar y analizar a continuación.Comenzando con una desproporcionada preocupación con su imagen y forma de actuar; preferencia por tomar decisiones y medidas que le ayuden a quedar bien en su imagen y lo ayuden a consolidar el poder que ya detenta; una irracional certeza que en sus juicios está absolutamente correcto y desprecio mayúsculo a las opiniones y propuestas de los otros; disociación total con la realidad objetiva y creación de una realidad alternativa surgida de su mentalidad distorsionada y ver su entorno y su misión política como la oportunidad de cubrirse de gloria e imponer sin ninguna discriminación, sus personales puntos de vista y creencias frente a los demás, sin tomar en cuenta que el objetivo de todo político es enfrentar y resolver los problemas de la sociedad que lo eligió como tal.Ese síndrome fue estudiado y analizado por los mencionados científicos, determinando que se pueden dar tanto en la democracia como en los regímenes totalitarios y señalaron como casos decididamente notorios a Stalin, Hitler, Mao Ze Dong, Robert Mugabe, Mussolini, Idi Amin y otros dictadores que la humanidad ha sufrida en su historia. Cuando se elimina todo control sobre la soberbia y la vanidad, el político vive su propia e interna realidad y pierde todo tipo de mesura y control en un camino que llegará a la locura que se define como intoxicación del poder.por Uriel Eduardo Santana SolteroYa sé que no soy el mismo. El tiempo que pasa deja mil estragos; ya nada es igual. Sin embargo, recuerda, soy aquel, el de antes… el que te envolvía en detalles, te agobió con letras y aún te lleva flores. El viento que nos mece no ha cambiado; cuando mucho, el verano se extendió. El mar que nos arrullaba sigue llevando y trayendo arenas. Ando recopilando mis sueños para dejarlos impresos, por si alguien, algún día, decide posar sus ojos en ellos.Regálame tu paciencia, pues sé que la tienes, por todo lo que eres; pero más, por lo que sueño… por lo que creo habita en tu interior; por intentar darte aun lo que ya no tengo.Te necesito así mujer, porque te admiro… Feliz, amada y serena.Pero eso sí, mi amor, tenlo presente; en realidad te amo hoy, quizá mañana; no sé si te importe -en fin- por cuánto tiempo…por Carlos Cortés VázquezPandemia con el COVID ofrece un cambio para toda la humanidad con reflexión profunda respecto a la debilidad, y con ella la oportunidad de intentar profundizar en la verdad sustentada en la ciencia con nuevos patrones de comportamiento en la investigación.La disciplina social parte de simplezas como el uso de tapabocas como obligación sincera de protección, desde lo personal, hasta la conciencia hacia el entorno y sus habitantes. Pareciera exagerado calificar la pandemia con una revolución mundial en que las diferencias son múltiples sin definir destino con vacunas de discutida procedencia y compleja adquisición con posterior aplicación eficiente como hace décadas lo fue para el sarampión y la viruela.Por ello, la disciplina es, al menos por ahora, una obligación señalada enfáticamente por la autoridad, que en algunos casos comprende, y así debe ser, sanciones a los infractores desobedientes que la contemplan como un dictado más de la autoridad.Dios nos guarde de la discordia.sicpm@informador.com.mx