El turismo es una de las dinámicas de acumulación de capital más rentables en México. Para darnos una idea, sólo el año pasado llegaron más de 42 millones de turistas internacionales, nueve millones de ellos en cruceros, para dejar una derrama de 30,809 millones de dólares. Desde mediados del siglo pasado el Estado mexicano ha impulsado la llegada de turistas a distintas partes del país, destacadamente a los destinos de playa con el impulso de Acapulco desde la década de 1940, a Puerto Vallarta a fines de la década de 1960 y Cancún en el Caribe mexicano en el sexenio de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976). Este mismo presidente creó el Fideicomiso Bahía de Banderas que dio inicio al turismo en lo que era conocido como Nuevo Vallarta en el Estado de Nayarit. Se impulsó el turismo con el falso lema de que era la “industria sin chimeneas” al hacer creer que es una actividad económica que aparentemente no contamina y es benévola por los empleos y la derrama económica que genera. Esta actividad es muy importante también en Jalisco. La joya de la corona turística del Estado es Puerto Vallarta, hermosa localidad costera de poco más de 220 mil habitantes que sólo el año pasado albergó a más de seis millones de turistas y dejó una derrama de 41,322 millones de pesos.Con esta derrama económica quién podría poner en duda las bondades de esta dinámica económica. Pero existen. En años recientes se ha ido popularizando entre académicos y prensa el término “turistificación” justo para llamar la atención sobre las externalidades y consecuencias no deseadas que deja la actividad turística en diversas partes del mundo. Globalmente el término se fue generando por las consecuencias indeseadas del turismo en ciudades como París, Barcelona o Venecia, agobiadas por las masas incesantes de turistas que no respetan la cultura local y provocan efectos indeseados como el desplazamiento de población local, el encarecimiento de rentas y viviendas y el aumento de la carestía. Tan hay efectos no deseados de la actividad turística, que la Unesco emitió una recomendación para que Venecia sea incluida en la “lista del patrimonio en peligro debido al turismo masivo y los impactos del cambio climático”. En esta nota de DW se recoge el testimonio de un veneciano que pide a los turista no ir más a Venecia: “’Los que vienen ni siquiera saben lo que es un museo. No es turismo cultural’”, afirmó Claudio, un veneciano que no quiso dar su apellido. “¡Por favor no vengan más!” (https://cutt.ly/Dw8pQqrw). Pero los efectos de la turistificación, también están llegando a Puerto Vallarta, según me dijo la colega Alejandra Valenciano, tapatía que hace periodismo ambiental desde el portal Otra Marea donde se subraya la mirada crítica hacia la llegada del turismo a ese puerto jalisciense. Debido a los nuevos patrones de consumo turístico e incluso de relocalización de puestos de trabajo, Alejandra Valenciano refiere que colonias céntricas de Puerto Vallarta, como Versalles o la llamada Zona romántica, han ido llegando miles de extranjeros a rentar o comprar casas o los nuevos departamentos que han ido imperando en la ciudad en años recientes, provocando el encarecimiento de las viviendas y el desplazamiento de población local. No en balde el término turistificación también es conocido como gentrificación turística o “síndrome de Venecia”. De la mano de la llegada del turismo se imponen lógicas económicas, laborales y sociales que no siempre son benéficas para la población residente. A veces es lo contrario. En diversos ensayos los investigadores del Centro Universitario de la Costa de la UdeG, José Alfonso Baños Francia, María de los Ángeles Huízar Sánchez, y Jorge Luis López Ramos, han encontrado, entre otras conclusiones, que “los planes urbanísticos son modificados discrecionalmente para maximizar la oferta inmobiliaria, poniendo en entredicho la institucionalidad del ordenamiento territorial; y que el Estado, en particular el gobierno municipal deja de ser el ente regulador entre los derechos de propiedad y desarrollo urbanístico para conceder atribuciones inmoderadas al sector privado en Puerto Vallarta” (https://cutt.ly/Bw8pE3AZ). Así que a contracorriente del discurso estatal que subraya los beneficios del turismo, es pertinente también reflexionar sobre los males que deja la turistificación.