La pedagogía política que pregonó Andrés Manuel López Obrador durante casi dos décadas en sus recorridos por todo el país en sus tres campañas presidenciales (2006, 2012 y 2018) se centraban en un mensaje simple, pero claro y efectivo: los males del país se deben a una “mafia del poder” que tiene control del Gobierno, concede privilegios a empresarios y funciona mediante la corrupción y viven dispendiosamente. La clave de un Gobierno para transformar el país consiste en acabar con la corrupción y administrar los recursos del pueblo con austeridad republicana, como mandaba Benito Juárez. El sencillo pero eficaz discurso de López Obrador pegó y se propagó porque su mensaje se correspondía a la realidad de abusos y privilegios en los que vivían la alta burocracia gubernamental y partidaria y que eran conocidos por la población. Millones de votantes le compraron el discurso a López Obrador y creyeron que en su Gobierno de la Cuarta Transformación se acabarían privilegios y corruptelas de la mafia del poder. Este discurso no funcionaría si quien lo emite no actuara en correspondencia. Por convicción o por proyección, López Obrador se ha labrado la imagen de un político que predica con el ejemplo. Se ve cómodo entre el pueblo, no se le ha imputado ninguna malversación de fondos y no es ostentoso en su forma de vivir. Pero no se puede afirmar lo mismo del resto de su gabinete y de los miles de cuadros profesionales que conforman el actual partido gobernante, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Pero quizá el boquete más grande en el discurso de la congruencia en el ejercicio de la austeridad republicana proviene no del costo de los tenis de su hijo menor o la llamada casa gris del hijo mayor en Houston, sino de los viajes suntuosos de uno de sus colaboradores más cercanos en estos cuatro años de Gobierno de la Cuarta Transformación.El experimentado periodista Ignacio Rodríguez Reyna recién publicó un extenso y trabajado reportaje [se puede consultar aquí: https://bit.ly/3onT6tr] en el que desnuda los lujos, excesos y abusos en los viajes al extranjero del titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Luis Cresencio Sandoval González, de su familia y del séquito de la ayudantía militar que los suele acompañar.El reportaje “Los viajes del general secretario” fue patrocinado por Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad en alianza con Fábrica de Periodismo, y se publicó en medios y portales como Aristegui Noticias, por lo que se puede anticipar que López Obrador minimizará la información y la descalificará arguyendo que se trata de medios “conservadores” y contrarios a su proyecto. Pero la lectura detenida del reportaje de Rodríguez Reyna no deja lugar a dudas de los abusos y lujos con los que viaja el secretario y su familia.El reportaje sustenta la mayoría de su información en los correos filtrados por los hacktivistas del grupo Guacamaya y en estos se expone cómo desde la Ayudantía General del titular de la Sedena, se organizan los viajes de la familia del general Cresencio Sandoval acompañado por su esposa, su hija, su hijo (quien es a su vez un alto funcionario federal de inteligencia), su nuera, su pequeña nieta y a veces su consuegra. El reportaje detalla los preparativos de viajes del actual general del ejército mexicano a Nueva York, a Punta Cana en República Dominicana, a Italia, o a Colorado Springs en supuestos viajes oficiales que terminan en lujosas vacaciones para su familia y allegados pagadas con recursos públicos. Como si fuera una exclusiva agencia de viajes, la Ayudantía del titular de la Sedena o incluso agregados militares en países por visitar, diseñaban detalladas agendas de turistas en las que les preparan tours por los principales sitios a visitar en las ciudades por donde pasaban. Por si fuera poco, parece que una condición en cada sitio visitado es que fuera en los hoteles más lujosos. Los trayectos en avión se hacían en clase premier en aerolíneas comerciales o en el lujoso y caro jet Gulfstream G550 de la propia Sedena, que en los hechos se ha convertido en jet privado para la familia del secretario de Defensa. Como es usual en el jetset internacional. El reportaje termina precisando que estos viajes al extranjero son organizado por una célula de apoyo directo bajo el mando de la Sedena llamada Ayudantía General, que cuenta con 297 personas al servicio del titular del ejército y su familia. Al llegar a la presidencia, López Obrador presumió que eliminó el Estado Mayor Presidencial, un brazo del ejército mexicano de miles de elementos que durante décadas estuvo al servicio personal e íntimo de cada presidente mexicano. Bueno, López Obrador ya no cuenta con esta ayudantía que se asemeja más al aparato que atiende a una monarquía europea que a un mandatario electo bajo el voto popular. Pero el general que encabeza el ejército mexicano sí cuenta con este aparato de ayudantes que le hacen vivir como monarca, o al menos como aristócrata, como parecen estar viviendo en la familia de Cresencio Sandoval. Este reportaje nos dice mucho del poder que han concentrado los militares en el actual Gobierno y en la contradicciones del discurso de austeridad republicana que sigue proclamando López Obrador.