Desde siempre he sentido un gran respeto, admiración y reconocimiento por la gente del campo. Por aquellos que desde sus lugares de origen contribuyen con su quehacer cotidiano al crecimiento y desarrollo de nuestro país, pero sobre todo porque son hombres y mujeres de bien -en su gran mayoría-, que ofrecen su mano extendida y su palabra, como garantes de los compromisos que voluntariamente adquieren, y que generalmente “cumplen a carta cabal”, situación que no siempre sucede con los citadinos.La época revolucionaria de México fue producto de la desesperación de la gente pobre, los campesinos que no podían sobrevivir con el exiguo pago que recibían de los grandes hacendados, caciques y gobernantes, razón principal por la cual se propagaron como el fuego los levantamientos armados por las distintas regiones del país, mismos que significaron la pérdida de la vida de más de un millón de mexicanos que prefirieron salir de sus humildes chozas para buscar la “Tierra y Libertad” de la que les hablaba Emiliano Zapata.De los resultados de ese fragor revolucionario a la fecha, en esencia las cosas no han cambiado mucho: Eso sí, la población se ha multiplicado exponencialmente, al igual que el número de pobres y de ciudadanos en extrema pobreza, mientras que la llamada clase media continúa luchando por mantenerse viva, a diferencia de los ricos empresarios, comerciantes y demás miembros de la oligarquía, que aprovechan cualquier oportunidad para continuar aumentando su abultado patrimonio económico, explotando a los más necesitados.En ese contexto, hoy habrán de iniciar los trabajos en donde más de mil 500 delegados provenientes de todo el país, pertenecientes a la Confederación Nacional Campesina (CNC), darán vida al Congreso Nacional Extraordinario 2019, enmarcado en la demanda “Justicia para el campo, Desarrollo para México”, en donde la tarea de organización y coordinación del Congreso, recae en la jalisciense Sofía Valencia, y que como resultado de las mesas de trabajo temáticas, habrán de ofrecer soluciones a la problemática de la gente del campo.APUNTELejos estoy de siquiera pretender demeritar la lucha -a muerte- sostenida por el Caudillo del Sur, Emiliano Zapata Salazar, sin la cual seguramente México sería un país con menor o nula atención para la gente del campo. Los mismos que hacen posible que todos los días podamos recibir en los poblados y ciudades del país, los alimentos necesarios para nuestra sobrevivencia. No obstante, los tiempos que se viven en nuestra gran nación y en el mundo son otros, los caudillos han pasado a la historia. Hoy requerimos de líderes con las mismas virtudes y cualidades que aquellos, pero que además tengan la sensatez, inteligencia y amplitud de mente para conducir a la sociedad con responsabilidad y sin tintes o acciones mesiánicas que engañen y confundan al pueblo.