Pregunten a cualquier ingeniero si conoce el método de resolución de problemas denominado Five Whys (Cinco Porqués) de Sakichi Toyoda, inventor japonés y fundador de Toyota. Seguro lo conoce, pues el trabajo de cualquier ingeniero consiste fundamentalmente en resolver problemas. El método me lo compartió mi amigo Isaac (ingeniero, claro) cuando discutíamos durante una caminata alguno de los tantos problemas que aquejan al país. Es muy sencillo y puede aplicarse en cualquier ámbito. Consiste en preguntarse cinco veces «por qué» para ir a la causa raíz de un problema. Primero, por supuesto, hay que formular el problema en un enunciado. Hagamos el ejercicio a partir de este problema: Sigue habiendo narcobloqueos en Jalisco más de una década después de que ocurrieron por primera vez. ¿Por qué sigue habiendo narcobloqueos? Porque a los delincuentes les resulta una estrategia funcional para escapar de una detención. Una prueba es lo ocurrido el martes en Zapopan: los dos capos principales, Ricardo Ruiz, El Doble R, y Gerardo González, El Apá, lograron huir. Igual que Ovidio Guzmán en el llamado «culiacanazo». ¿Por qué les funciona a los delincuentes? Porque las autoridades no se coordinan ni tienen un protocolo de reacción. Parece increíble que no hayamos aprendido nada en diez años. ¿Por qué no se coordinan? Porque falta un mayor nivel de planeación a la hora de ejecutar un operativo. Si bien es cierto que la Federación desconfía de las autoridades locales, por eso omite informarlas, también se caracteriza por intervenciones descuidadas e improvisadas a la hora de detener a un capo. Hasta ahora no sabemos si el objetivo del Ejército era arrestar a los dos capos en Ixtlahuacán o su hallazgo fue fortuito. ¿Por qué falta planeación? Porque la estrategia está basada en la fuerza bélica y no en la inteligencia. La respuesta al problema del narco se reduce a una confrontación policial en donde gana el más fuerte (que de forma alarmante no siempre es el Estado).¿Por qué la estrategia se basa en la fuerza? Porque subyace el concepto equivocado de que el Estado pelea una guerra en vez de desmantelar un sistema criminal, en donde entran en juego la corrupción y complicidad del poder político, el lavado de dinero y una macro estructura delincuencial cuyo último eslabón es un sicario. En una guerra, el objetivo es abatir o capturar al enemigo. En una investigación criminal, desarticular un sistema organizado para la comisión de un abanico de ilícitos con multiplicidad de actores. Por eso cuando Andrés Manuel López Obrador propone que la Guardia Nacional sea parte del Ejército, en la práctica alimenta el mismo concepto belicista (que tanto critica) de Felipe Calderón y de Peña Nieto. El Presidente dice que no es igual a sus antecesores, pero hace exactamente lo mismo que ellos. Y naturalmente con los mismos resultados.