Hoy concluye la administración estatal que regresó al PRI al poder en Jalisco el 1 de marzo de 2013, tras 18 años de gobiernos panistas. Cinco años nueve meses después el PRI regresará a la banca más disminuido que nunca en su historia, cuando el hasta este miércoles gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, le ceda la titularidad del Ejecutivo al ex priista, ex perredista y ahora emecista Enrique Alfaro. El Gobierno saliente pasará a la historia con evidentes claroscuros.La parte luminosa está en el trabajo desarrollado principalmente por el gabinete económico (la Secretaría de Desarrollo Económico, Secretaría de Desarrollo Rural, Secretaría de Turismo, y la debutante Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología) y en Educación por haber logrado pasar del lugar 20 al primero en la calidad de enseñanza de las matemáticas a nivel primaria.Las cifras récords en materia de generación de empleos y atracción de inversión extranjera alcanzadas en el sexenio son irrefutables. Aunque lo que también se tiene que decir es que la mayoría de esos nuevos empleos están por debajo de los cinco mil pesos, y que lo que se debe buscar ahora es mejorar esas remuneraciones y se generen nuevas fuentes de trabajo de mayor calidad. En producción agropecuaria Jalisco subió cuatro puntos su participación en el Producto Agropecuario Nacional al pasar del 8 al 12 por ciento, que lo colocó como indiscutible número uno en ese rubro. En la atracción de turistas, la Entidad pudo alcanzar y superar por fin la afluencia que se había perdido desde el 2009 por la crisis de la influenza, entre otros logros.En lo que claramente queda a deber el Gobierno de Aristóteles es en algunas de sus principales promesas de Gobierno como la seguridad, la movilidad, la protección del medio ambiente y la lucha contra la corrupción. En un contexto nacional de violencia exacerbada y de fortalecimiento de las mafias del narco y su diversificación delincuencial, por la fallida estrategia del también Gobierno priista de Peña Nieto, la apuesta por una Súper Fiscalía General no dio los resultados esperados y el 2018 cierra con índices delictivos insólitos y una escalada de inseguridad incontenible.Pese a la gran apuesta por la Línea 3 del Tren Ligero y la llegada de la bici pública, se avanzó muy poco en reordenar las rutas como palanca para modernizar el transporte y articular un nuevo esquema de movilidad más sustentable. Se quedó en unas cuantas rutas y sin que los usuarios reconocieran una mejor calidad en el servicio. Eso no ayudó a lograr el otro objetivo de mejorar la calidad del aire y en general tener un Gobierno verde que implementara políticas transversales para proteger el ambiente, pese a que se tuvo un incremento en el presupuesto para esta materia, no se pudo relanzar ni siquiera el nuevo modelo de afinación controlada, ni de limpia y gestión más integral del agua.El combate a la corrupción tuvo también avances mínimos y se limitó a unos cuantos casos de castigo a ex funcionarios que ya están enfrentando en libertad los cargos. En general se mantuvieron los casi absolutos niveles de la impunidad y con evidentes resistencias se apoyó la instalación del Sistema Estatal Anticorrupción.Habrá que ver la evaluación que haga el Gobierno entrante y si mantiene algo o cambia todo de su antecesor.