Viernes, 22 de Noviembre 2024

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"Los castigadores"

Por: Carlos Enrigue

"Los castigadores"

La vida ha cambiado enormidades, la verdad los que estamos ya en tiempos extras ya no entendemos que demonios está pasando y como por desgracia no podemos exitosamente preguntarle a San Google qué hacer en la vida, pues nos quedamos con cara de asombro y con franciscana resignación aceptamos que todo lo que aprendimos en la vida fueron falsas esperanzas y que ya somos como las corbatas -que yo nunca he sabido para qué sirven- y nos preparamos a sentarnos modosamente, tratando de no dar lata. Cómo será la cosa que la juventud ahora consulta con la red sus malestares y el medicamento a tomar. Y está bien, por la razón que usted quiera el mundo tiene que evolucionar, sólo imagine que nada ha cambiado y sale usted de su casa y por la calle van circulando una manada de dinosaurios y otros animales que por lo general se consideran extintos, aunque, hay quien afirma que en la cámara baja, todavía aparecen algunos; entonces pues no nos podemos ni debemos oponer al progreso, aunque opino, sin mucha convicción que es nuestra obligación, como habitantes responsables del planeta dejar constancia de seres que existieron, sin calificarlos, solo mencionándolos.

Lo haré tratando de describir a un tipo de sujetos con los que no comparto gusto alguno, ni le encuentro gracia alguna a su actividad, lo que digo porque algún sector de la población podría sentir que de alguna manera apoyo una actividad absurda, pero que me consta que existieron.

El castigador (que no sé si se llamaba así) era un jujero, que sin la menor provocación asistía a conglomerados donde había chicas y de entre éstas elegía a una para medir la fuerza de su mirada, hasta donde recuerdo, la gracia era que la chica, por la razón que usted quiera, bajara la vista al tiempo que el castigador se considerara a si mismo como vencedor de su personal torneo.

Eso era todo y aunque yo nunca le encontré la gracia, si consigno que existieron estos sujetos que simplemente eran molesto, porque hasta donde recuerdo, el castigo, como tal no tenía ninguna otra consecuencia, salvo la molestia de algunas chicas que se hubieran molestado. Cuando considero los actos machistas que entonces se daban yo siempre he estimado que los castigadores, aunque muy tonto, es el acto supremo de machismo.

Otra costumbre de entonces que tal vez sea considerada ahora como acoso era que por tas tardes la gente iba al centro a la hora de la salida de las empleadas, lo que no debe extrañar dada la fama de belleza que tienen merecidamente las chicas tapatías, respecto a la costumbre de los galanes, no puedo recordarlo, supongo que habría de todas las conductas, pero había cierto respeto, aunque erróneamente consideraban que piropear a una mujer le era agradable y en alguna forma habrá casos en que si les parezca bien, pero lo cierto es que juzgar conductas de un tiempo con criterios de otro es forjar un enemigo a la medida.

@enrigue_zuloaga

Tapatío

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