Lunes, 25 de Noviembre 2024

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Los benedictinos

Por: María Palomar

Los benedictinos

Los benedictinos

La Orden de San Benito es una de las más antiguas de la cristiandad, pues la fundó en el año 529 San Benito de Nursia, proclamado Patriarca de los monjes de Occidente, quien estableció entonces el monasterio de Monte Casino y ahí escribió la regla de la orden; se le considera “el más grande de los legisladores monásticos”. Fue el paso siguiente en el ámbito de la Iglesia latina después de la época de los Padres del Desierto, en su mayoría orientales, de vida eremítica o cenobítica, pero en principio autónomos, sin reglas comunes ni votos, e independientes de las jerarquías locales.

A lo largo de todos los siglos de su existencia la orden benedictina se fue diseminando por el mundo, pero primero civilizó Europa. Sus monasterios fueron como estaciones o centrales eléctricas que con su generación de energía tanto espiritual como económica e intelectual permitieron “electrificar” el continente.

Montalembert, en Los monjes de Occidente, cita entre muchas otras aportaciones de los hijos de San Benito el arte de aclimatar los frutales delicados y de hacer productivos lo granos, de criar abejas y de fabricar cerveza con lúpulo, el descubrimiento de la fecundación artificial de los peces y la creación de las queserías de Parma. Sembraron de viñedos las colinas de Borgoña y el valle del Rin. Los actuales agricultores les deben más de uno de los métodos que aún usan.

A lo largo de todos los siglos de su existencia la orden benedictina se fue diseminando por el mundo, pero primero civilizó Europa

Las abadías medievales eran un motor económico, una casa de beneficiencia, un organismo social.

San Benito dispuso que tuviesen tierras, agua, molino, de manera que pudieran sostenerse mediante el trabajo de los monjes. Pero también bibliotecas y scriptoria, donde se llevaban a cabo trabajos no manuales pero no menos importantes: el estudio, la escritura y la copia de textos. Fueron los benedictinos quienes se dedicaron a mantener el legado de las civilizaciones antiguas, y de ellos recibió el Renacimiento la mayor parte de los textos clásicos. Sólo con eso se echa por tierra la absurda afirmación de que Occidente “redescubrió” gracias al islam (la religión más antiintelectual que hay…) a los maestros de la antigüedad; ¿cómo entender entonces que tantos monjes copistas se hayan deslomado durante siglos haciendo abundantes copias de sus obras? Paciencia de benedictino…

La orden alcanzó su cenit en el siglo XII, cuando tenía tan sólo en Francia cerca de dos mil abadías y unos doscientos prioratos, mientras que en toda Europa eran alrededor de cien mil monasterios.

Los benedictinos, con un horario estricto, dedicaban ocho horas al trabajo cada cual en su oficio, ocho a la oración con la misa y las siete horas canónicas (que empiezan a la una y media o dos de la mañana con los maitines, luego vienen laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y completas), ocho al descanso. Ahora que afortunadamente ha recuperado popularidad el canto gregoriano (aunque tristemente más en el marco laico que en el eclesiástico), hay que agradecer a los benedictinos el haber mantenido esa tradición por más de un milenio y medio como parte de su oración diaria.

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