Los diálogos por la movilidad en López Mateos suenan a “cuento de hadas”: el gobierno, sensible ante un problema, consulta a los ciudadanos para encontrar una solución y tomar una decisión colectiva. ¿Qué más queremos? Pero las hadas no existen. Enumero algunas señales de alerta.Ninguna decisión está tomada, dice el gobierno estatal. Cualquier propuesta técnica llegará después del 15 de abril, una vez terminadas las encuestas in situ y en línea a “voces ciudadanas, empresariales y académicas”.Sin embargo, Enrique Alfaro dejó entrever que, en última instancia, ellos tomarán la decisión: “No va a haber nada a votación, no se va poner sobre la mesa una alternativa y otra para votarse, estamos escuchando opiniones, conociendo las aportaciones, ideas, propuestas de todos aquellos interesados”.El trabajo del gobernador será escucharnos en “un ejercicio inédito de participación ciudadana”. Pero decidirá según su criterio y el de sus funcionarios. Lo cual está bien. Es su trabajo como gobernante. Lo peligroso es endilgarnos una resolución que al final está sólo en sus manos. ¿Por qué? Simplemente anula el costo político para el mandatario estatal y los alcaldes metropolitanos de su partido.Nadie ha reparado en las implicaciones de lo que Pablo Lemus ha repetido dos veces en torno a estos diálogos, y que lo libraría en el futuro de cualquier responsabilidad política: “Si tomamos la mejor decisión que la tomemos juntos; y también si nos vamos a equivocar que nos equivoquemos juntos”.La idea de Juan José Frangie corre en la misma línea. “El que pregunta no se equivoca”, dijo el alcalde de Zapopan. Esto genera un trabuco conceptual. ¿Por qué asumir que hay una sola respuesta “correcta” al problema de López Mateos y no multifactorial?La sabiduría popular dice que plantear correctamente un problema es la mitad de su solución. ¿Y si el problema no es avenida López Mateos sino los seis ingresos carreteros a la metrópoli y nuestro modelo de desarrollo?Entonces el problema sería de enfoque: no se trata de una avenida sino de la ciudad. No hay soluciones universales o únicas. Este mismo problema lo tenemos en Carretera a Nogales y en Carretera a Tesistán. ¿Haremos diálogos y consultas para cada avenida? ¿Para qué sirve entonces un Imeplan?Este “nuevo modelo de gobernanza”, como lo presumen, en realidad tiene más de tres décadas. Y en México se ha usado para disminuir los costos en las tomas de decisiones polémicas y sacarles rédito político. Las consultas populares de Andrés Manuel López Obrador son el mejor ejemplo de cómo se han tergiversado estos instrumentos de democracia participativa por medio de la simulación.El gobernador rechazó la existencia de una “propuesta no solicitada” de un privado para construir un segundo piso como declaró Jorge Nuño Lara, secretario de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes del gobierno Federal. Pero el mismo Alfaro sugirió anteriormente la idea de un segundo piso.La postura de la Red Ciudad Posible, que agrupa 22 organizaciones, colectivos y grupos vecinales, ha puesto el dedo en el renglón al rechazar un segundo piso y exigir una moratoria en los permisos de urbanización e impulso al transporte público en toda la metrópoli.En temas de movilidad sustentable tampoco se trata de descubrir el hilo negro. ¿Qué tal si empezamos por ahí?