Durante toda su vida Andrés Manuel López Obrador trabajó, y trabajó duro, para ser Presidente de México. Tuvo paciencia y perseverancia.Construyó una candidatura de décadas que finalmente lo llevó a ocupar el sillón presidencial.Pero estamos seguros que ni en sus noches más alucinadas imaginó que además de ser Presidente sería el líder y caudillo de un partido político como el PRI que no sólo ostenta el poder sino que goza de la preferencia de los mexicanos y tiene garantizada su permanencia en la presidencia por lo menos un par de sexenios más si no comete una burrada mayúscula.Un nuevo PRI, coloreado de morado, hegemónico, dominante y tramposo.Con el liderazgo popular de López Obrador y aprovechando la decadencia y debacle del PRI y el PAN por incompetencias, corrupción y estériles pugnas internas Morena se ha consolidado en ayudado a la tarea de Morena al cerrar la puerta a nuevos liderazgos internos (siguen siendo los mismos) y luchando más por conservar canonjías peleando entre ellos que en construir auténticas fuerzas de oposición.No han sido capaces ambos de liberarse de sospechas, y fuertes, de actos severos de corrupción mientras eran Gobierno. Y también han contribuido al fortalecimiento de Morena los cientos de chapulines camaleónicos que en cuanto vieron que sus respectivos partidos empezaban a adelgazar ellos brincaron rápidamente a vestirse de morado e incluso con la habilidad y colmillo ganado en tantos años como políticos para empezar a formar cuadros y liderar sectores internos del propio Morena.Son muy hábiles.No en vano han sobrevivido décadas aprovechando su experiencia para nunca dejar de vivir, y vivir bien, del presupuesto.Y así Morena crece y crece, se le perdona todo, y aunque en la elección interna seguramente veremos trampas, trampitas y trampotas (es la lucha por el poder de poderes) no pasará a mayores porque cuentan con el apoyo popular y enfrente sencillamente no se ve a nadie. Pablo Latapíplatapi@hotmail.com