En el poema Conversación Tensa, el gran poeta salvadoreño Roque Dalton recuerda algunas cosas sobre los amigos y los enemigos que al presidente López Obrador convendría recordar en este momento de confusión sobre dónde está parado y con quién está gobernando. Cito: “¿Qué hacer si sus peores enemigos son infinitamente mejores que usted? / Eso no sería nada. El problema surge cuando los mejores amigos son peores que usted. / Lo peor es tener sólo enemigos. / No. Lo peor es tener sólo amigos. / Pero ¿quién es El Enemigo? / ¿Usted o sus enemigos? / Hasta la vista, / amigo”.La semana pasada el Presidente se lanzó contra Albero Athié, un consejero de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y que en uso de su derecho renunció por lo desaseado del proceso de elección, en el Senado de la República, de la presidenta. En la Mañanera lo ninguneó, dijo no saber quién era y que nadie lo conocía y que renunciaba porque había perdido, que era una comparsa más, desconociendo la trayectoria de este personaje, un luchador incansable contra a pederastia y sus formas de ocultamiento al interior de la iglesia católica.Luego tocó el turno a Javier Sicilia, el poeta y activista por la paz que tras el asesinato de su hijo se lanzó a las calles para exigir al gobierno la seguridad que merecemos todos los ciudadanos de este país. Tras el asesinato brutal de mujeres y niños LeBarón en Chihuahua, Sicilia volvió a levantar la voz, pidiendo al presidente que se haga cargo de la seguridad, que salga del discurso hueco de “abrazos, no balazos” para construir un Estado de Derecho y convocó a una marcha para exigir al gobierno hacer los cambios estructurales para que el Estado Mexicano asegure la paz. La respuesta de López Obrador fue un lacónico “me da flojera recibirlo, para qué” y dijo que lo atendería la secretaria o el subsecretario de Gobernación.El problema es que, como en el poema de Roque, el presidente se está enfrentando a enemigos que, a diferencia de los políticos que suele denostar en la Mañanera, tienen una calidad moral superior a la suya y peor aún, que cada vez más sale a flote la falta de calidad moral de “los amigos” del presidente, esos compañeros de viaje que son capaces de realizar un fraude en una votación en el Senado; amañar el padrón del partido a tal grado que el propio presidente tuvo que intervenir para suspender la elección y convencerlos de que, ante la incapacidad de realizar un elección con los mínimos de certeza democrática, es mejor hacer una encuesta; torcer la ley para ampliar un periodo de elección de dos a cinco años, etcétera.El presidente, como le sucede a todos los que toca el poder, comienza a confundir la amistad con la lealtad y a los enemigos con la crítica. “Lo peor es tener solo amigos” porque termina uno convirtiéndose en su peor enemigo. (diego.petersen@informador.com.mx)