Lunes, 14 de Octubre 2024

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Lo dicho, al narco ni con el pétalo de una rosa

Por: Jaime Barrera

Lo dicho, al narco ni con el pétalo de una rosa

Lo dicho, al narco ni con el pétalo de una rosa

Nuevamente quedó claro ayer que la enjundia y la agresividad discursiva que emprende casi cotidianamente el Presidente Andrés Manuel López Obrador desde su púlpito mañanero en contra de sus adversarios políticos, de la Corte, de los conservadores, fifís, periodistas y medios incómodos y contra cualquier órgano constitucional autónomo que le represente un contrapeso, nunca la aplicará en contra de los grupos del crimen organizado que cada día aterrorizan a más regiones del país, y por lo sucedido en Ecuador, de otros países del mundo.

Ayer saltó el enésimo botón de muestra. Al condenar el asesinato del candidato presidencial ecuatoriano, Fernando Villavicencio, ocurrido el miércoles cuando sicarios lo balearon en Quito tras un acto de campaña en un colegio, López Obrador comentó a pregunta expresa que no había “elementos” para sostener que detrás de este magnicidio perpetrado a 11 días de la elección presidencial extraordinaria en aquel país hubiera estado el cártel de Sinaloa. “Son, si acaso, hipótesis y pueden ser hasta conjeturas, no hay que olvidar que siempre, y más en tiempos electorales, se inventan cosas”. Y remató: “Que no empiecen a repartir culpas”.

AMLO ignoró así las acusaciones que hizo 24 horas antes de su homicidio el propio Villavicencio, de 59 años y de oficio periodista, contra José Adolfo Macías Villamar, alias “El Fito”, líder del cártel de “Los Choneros”, con ligas documentadas con el cártel de Sinaloa, por las amenazas que había recibido de sus sicarios. El propio presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, atribuyó también por estas amenazas la mortal agresión a este grupo del crimen organizado.

En contraste al tono condescendiente que siempre ha mantenido el Presidente en materia de combate al narco o cuando hace referencia a los capos, el candidato acribillado había dicho un día antes que pese a las amenazas continuaría sin medio su campaña y nunca se dejaría intimidar ni pactaría con las mafias. Y que de llegar a la Presidencia de Ecuador enfrentaría a políticos y funcionarios “vinculados al narcotráfico” y a las “estructuras corruptas en el sector público”. 

Como muchos mexicanos, este artero asesinato hizo que López Obrador evocara el asesinato del candidato presidencial priista Luis Donaldo Colosio en marzo de 1994 como un momento triste “de angustia, miedo, de temor”, pero aunque al Presidente no, a muchos mexicanos la mención del cártel de Sinaloa nos hizo recordar también el “culiacanazo”, aquel bochornoso episodio cuando a menos de un año de su Gobierno tuvo que ordenar soltar a Ovidio Guzmán, uno de los líderes de ese grupo delincuencial, al que ayer evitó señalar para mantener su política expresa de “abrazos y no balazos” y también su política implícita de que al narco no se le embiste desde el púlpito presidencial ni con el pétalo de una rosa.  

jbarrera4r@gmail.com

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