Los problemas que enfrenta nuestro país requieren de toda la atención y concentración del Jefe del Estado Mexicano. No hay tiempo ya para más distracciones o dilaciones, porque de lo que se haga o se deje de hacer depende la salud, la educación, las posibilidades de futuro, y en no pocos casos, la vida de millones de seres humanos.A partir de enero, al Presidente le quedarán 88 semanas en el cargo. Sin embargo, para consolidar y cerrar su administración, si se descuentan los meses de la transición de Gobierno, en realidad cuenta con 75 semanas para atender las urgencias y los pendientes que se han acumulado en su gestión.Por ello, para el 2023 son deseables, por su complejidad y magnitud, acciones que busquen sentar las bases para que quien sea Presidenta o Presidente de la República en 2024, tenga márgenes mínimos de actuación para avanzar, ya no hacia lo posible, sino a lo que es necesario llevar a cabo para transformar al país.En primer lugar, lo deseable sería que el Presidente retome su talante democrático y transforme su actuar orientándolo hacia la reconciliación. La polarización puede dejar importantes dividendos electorales, pero institucionalmente y para el bien de la República, lo urgente es un reencuentro en torno a metas que nos cohesionen y que convoquen a la acción más allá de las radicales diferencias políticas e ideológicas.Con los niveles de aceptación y popularidad que mantiene el Presidente podría convocar a cerrar filas en el país para la erradicación del hambre. La meta de reducir a la mitad el número de hogares donde se tienen dificultades severas de satisfacción de sus necesidades alimentarias es alcanzable, aunque requeriría de un esfuerzo presupuestal extraordinario, y modificar o pausar las prioridades establecidas hasta ahora.En segundo lugar, se necesitaría una nueva e intensa estrategia para recuperar lo perdido en materia educativa durante la pandemia; y esto significaría no sólo llegar a los niveles de matriculación del 2019, sino construir una reforma pedagógica responsable, tanto en los métodos de enseñanza como en los contenidos curriculares para cumplir realmente con el artículo 3º Constitucional. Asimismo, fortalecer y afianzar, y no golpear ni erosionar más a las instituciones de educación superior, ni tampoco desmantelar lo poco que tenemos para el desarrollo científico y tecnológico del país.En materia de salud los pendientes son también tremendos. Se requiere reconstruir al sistema nacional de vacunación, que hoy enfrenta su peor crisis en décadas; garantizar al 100% el surtimiento de recetas; garantizar cobertura universal en el nivel básico y regresar en los próximos 12 meses, al menos a los niveles de atención prepandemia.Esta administración no puede seguir haciendo caso omiso ante la emergencia climática planetaria, y los estrujantes niveles de deterioro de nuestros ecosistemas, a los que se asocia la inédita pérdida de biodiversidad que nos está llevando a la más rápida extinción de especies en millones de años.Urge una nueva estrategia integral de seguridad pública, que ponga en el centro a las víctimas y que acompañe a las personas viudas y a las niñas y niños huérfanos, quienes han perdido todo debido a la criminalidad y la violencia.Lo deseable sería un Presidente que garantice la autonomía de la SCJN en la determinación de quién será su nueva o nuevo presidente, así como un proceso político equilibrado para la renovación de los Consejeros del INE que habrán de concluir sus periodos de gestión en los próximos meses.Sobre todas las cosas, lo deseable es un Presidente que actúe como el líder de todas y todos los mexicanos; y no como jefe de facción o de partido. Porque por los datos que se tienen, al final de su administración y a pesar de toda la propaganda y la sofisticada retórica del poder, la transformación propuesta dejará demasiados saldos negativos, sobre todo ante tanta carencia, tanta injusticia y tantos déficits en la garantía de los derechos que nos reconoce nuestra Constitución. @mariolfuentes1Investigador del PUED-UNAMMario Luis Fuentes