Vaya jornada la que se vivió ayer en Qatar con los partidos de Cuartos de Final. Ambos se definieron de forma dramática, ambos en series de penales.Por orden cronológico: en el Education City Stadium con 43 mil 900 aficionados, en su mayoría brasileños, aunque no pocos qataríes o de otros países, vestían la camiseta “Canarinha”; evidente minoría, pero no menos estridente, la feligresía croata, en la que ahí si no había infiltrados.Los seguidores del conjunto balcánico tenían muy claro la clase de “bicho” que tendrían como oponente, pero confiaban en la capacidad de sus jugadores y recordaban que siguen siendo los Subcampeones del mundo.Como suele suceder, la alineación de Brasil es un lujo, el primer tiempo se “bailó al son que quiso Croacia”, en el segundo los Amazónicos se acordaron del “jogo bonito” y poco a poco comenzaron a hacer figura al portero Dominik Livakovic, quien estuvo en plan grande, “robándole” dos goles cantados a Neymar.Los noventa minutos terminaron sin goles. A esa hora los seguidores de ambos conjuntos ya buscaban dotaciones adicionales de uñas para comerse.En el primer tiempo extra el Education City “explotó” con el gol de Neymar, pero en el segundo tiempo del alargue Bruno Petkovic paró en seco el Carnaval Verde Amarelo con el gol del empate que obligó a la fatídica definición desde los once pasos.Los penales es la ultima instancia para determinar al ganador de un partido que se encuentra empatado y es la mas y única deportiva que la FIFA ha encontrado hasta ahora.Como lo fue ante Japón, los croatas fueron infalibles a la hora de ejecutar, no fallaron ninguno; Rodrygo y Marquinhos erraron por Brasil y la batucada se transformó en drama.El eterno contraste entre vencedores y vencidos, los croatas festejaban orgullosos con sus familias y su bandera un triunfo trabajado y sufrido, los hijos pequeños de algunos futbolistas corrían alegremente por el verde césped del Education vestidos con la tradicional camiseta arlequina rojiblanca (como la de los Tecos, dijera alguien), desde luego, sin dimensionar el logro de sus padres, pero los chiquitines, al llegar al medio campo, se regresaban despavoridos al ver los brasileños tirados en la cancha llorando desconsolados y tratando de darse ánimos. Entre los “Torcedores” los rostros eran de incredulidad, el poderoso Brasil, uno de los grandes candidatos para ganar el Mundial, se irá en el próximo vuelo de Doha a Río de Janeiro para empezar a pensar en el lejano 2026.Hasta los vagones del metro llegó la noticia de la eliminación de Brasil, lo que aumentó los decibeles y los centímetros de los saltos de los fanáticos argentinos que iban en camino al Estadio Lusail, sin la menor duda de que Argentina sin contratiempos vencería a Países Bajos simplemente porque tienen a Messi.Y las cosas así pintaban con anotaciones de Nahuel Molina y el propio Messi de penal. La Albiceleste se encaminaba a ese triunfo sin sobresaltos que sus aficionados predijeron.Pero los neerlandeses les pusieron un “estate quieto” del tamaño del Obelisco de la Avenida 9 de Julio de Buenos Aires al 85’ y en la ultima jugada, al minuto 111, con los goles de Wout Weghorst, quien empató el partido 2-2 y lo mandó a tiempo suplementario ante la atónita mirada de los aficionados argentinos. Algunos no entendían lo que había pasado y después de 85 minutos de tranquilidad, tuvieron un curso intensivo de estrés.Argentina se volcó sobre la portería de Andries Noppert tratando de ganar en los tiempos extra, pero no lo consiguió.Y si de algo está hecha la historia del futbol argentino es de triunfos en definiciones por penales con actuaciones memorables de sus porteros.Y esta vez no fue diferente. Emiliano Martínez se puso el traje de héroe atajando dos penales para desatar la locura albiceleste que está en la antesala de la Final.El llanto de unos es la felicidad de otros.