Al ser un fiel aficionado del Necaxa, Juan Villoro es una voz autorizada para hablar del sufrimiento, e incluso en sus disertaciones sobre su pasión futbolística, el reconocido escritor afirma que irle a los Rayos le ha concedido varios de los domingos más complicados de su existencia.Además, entre su elocuencia y sus conocimientos sobre el tema de sufrir, Villoro también ha dicho que aquellos que quieren jornadas menos amargas se deciden por apoyar a clubes gigantes y ganadores.A simple vista esto parece una conclusión acertada e incuestionable, pues estadísticamente un aficionado del Madrid sufrirá menos domingos amargos que un fiel simpatizante del Getafe. Sin embargo hay clubes como el Liverpool que nos enseñan que lo dicho por Villoro es apenas una verdad a medias.Sí, hoy los Reds son campeones de Inglaterra después de casi 30 años y ostentan mil cosas más por presumir, pues así como tienen dentro de su equipo a varios de los mejores jugadores del mundo, también cuentan con el entrenador más carismático del futbol europeo, mismo que además se da el lujo de ser ganador.Todo es cánticos y armonía en la ciudad de Los Beatles, pero esto no puede –ni tampoco debe- hacer que se olvide todo lo que este gigante del futbol mundial tuvo que pasar para llegar hasta estos días.La falla de Gerrard frente al Chelsea en 2014, las pifias de Karius en la final de Champions League, e incluso la lesión de Salah en ese mismo juego son solo algunos de los golpes más recientes que el corazón del aficionado Red tuvo que soportar a la espera de conseguir la Premier.Pero más allá de estas novedades, el Liverpool tiene dolores añejos como haberse convertido en la oveja negra del futbol europeo, ya que al verse involucrado en las tragedias de Heysel y Hillsborough, ambas en los 80, el equipo Inglés recibió un castigo ejemplar al ser relegado durante seis años de competiciones continentales.Aunque fue por menor cantidad de años, este castigo también salpicó a los demás clubes ingleses, pero todo esto llevó a que Liverpool afrontara los 90 con una resaca complicadísima, la cual, por si faltaba algún agravante, también fue aderezada con el éxito del Manchester United, su máximo rival.Aunado a esto, los nobles amantes del Liverpool también pasaron por otras etapas oscuras en donde sus directivos no tuvieron empacho para desprenderse de figuras como Xabi Alonso o Javier Mascherano. A ellos los vendieron George Gillett y Tom Hicks, esos mismos genios que tuvieron el descaro de prometer un estadio nuevo como si hablar de Anfield fuera hablar de cualquier cosa.Es cierto que la grandeza de Liverpool no le pide nada a la de cualquier otro club del mundo, y aunque algunos como Steven Gerrard lo entendieron a la perfección, otros futbolistas prefirieron abandonar al equipo para buscar éxito en diferentes latitudes.De pronto, el Liverpool pasó de ser el anhelo de cualquiera a convertirse en una especie de trampolín hacia destinos como Barcelona, Madrid, el lado azul de Manchester o incluso Londres. Vaya, hasta la marca deportiva de las tres franjas les dio la espalda cuando el éxito dejó de acompañar al equipo. No todos cumplieron aquello del “you'll never walk alone”.La ciudad misma es una prueba de fidelidad, pues al tratarse de un puerto industrial, con clima frío y sin tantos lujos como otras urbes europeas, muchos de los futbolistas y sus familias abandonan el barco a la primera oportunidad.Pese a todo, hoy el Liverpool ha renacido en medio de la pandemia, misma que paradójicamente le ha permitido ser campeón de la Champions y campeón de la Premier al mismo tiempo, esto por haber retrasado la culminación de la Liga de Campeones.En fin, las palabras de Villoro son entendibles para un necaxista, pero cualquiera que se diga aficionado del Liverpool, sabe a la perfección que los gigantes también sufren los domingos.
