Con mucha razón, nos indignan las 25 muertes por el colapso de la vía elevada en la Línea 12. Hablamos de negligencia y exigimos responsabilidad a quienes contribuyeron a esta tragedia con sus malas decisiones, sus omisiones y/o con su corrupción.¿Por qué tenemos una actitud tan diferente con las muertes del COVID-19? Antier murieron 166 personas, oficialmente. Las autoridades se refieren a este número casi como si fuera un triunfo. En su narrativa hay que celebrar que lo peor ya pasó y más bien concentrarnos en agradecer que llevamos ocho millones 790 mil 655 vacunados con dos dosis. El hecho es que la cifra oficial de muertos ya superó los 218 mil, es un número equivalente al total de muertos que dejó la guerra cristera, la segunda guerra civil más importante para el México del siglo XX. Las defunciones de antier no fueron tema de conversación porque la gran conversación en estos días es el accidente del Metro. De cualquier modo, 166 muertes equivalen a que ayer hubiéramos tenido seis accidentes como el de la Línea 12.Una de las peores cosas alrededor del COVID-19 en México es que hemos asumido como normal lo que nos ha pasado. “Se ha instalado la idea de que no pudo haber sido de otro modo”, en palabras de Mariano Sánchez Talanquer, redactor principal del informe sobre el COVID-19 de la Universidad de California en San Francisco. Este trabajo forma parte de una serie de monografías nacionales, encargadas por la OMS. Entender lo que pasó es necesario para evitar que vuelva a pasar algo similar, dice Sánchez Talanquer.Fundamental para entender lo que pasó es tener una medición más precisa del número real de muertos. En Estados Unidos, el subregistro es de más de 300 mil muertos, de acuerdo al Instituto de Evaluación y Métricas de la Salud, de la Universidad de Washington. Según ese informe, en México tendríamos casi tres veces más fallecimientos vinculados con el COVID-19 de los que dice la cuenta oficial. En vez de 218 mil, serían aproximadamente 600 mil fallecimientos relacionados con el coronavirus entre marzo de 2020 y mayo de 2021 (como referencia, la Revolución Mexicana dejó entre uno y dos millones de muertes). El nuevo dato que entrega la Universidad de Washington se concentra en el exceso de mortalidad.Es producto de la comparación de las muertes que ocurrieron en este año del COVID-19 y las que ocurren “normalmente” en un periodo similar. El subregistro se explica porque muchas personas murieron fuera del sistema de salud y sin haber sido diagnosticadas. De acuerdo con estudiosos como Sánchez Talanquer, el subregistro es mas “normal” en los municipios y entidades más pobres del país. Eso explica por qué estados como Oaxaca, Chiapas y Guerrero tuvieron menos muertes en la cuenta oficial del último trimestre del 2020, tomando como referencia el mismo periodo del 2019.Saber lo que pasó es fundamental para evitar que el peor escenario se repita, porque habrá otra pandemia, seguro. Otro accidente en el metro… quizá. En el siglo XXI, las pandemias y los colapsos de la infraestructura no son cisnes negros, sino rinocerontes grises. Un rinoceronte gris es un peligro evidente que no es enfrentado a tiempo y que resulta de alto impacto, según la definición de Michele Wucker, acuñada en 2016.El accidente de la Línea 12 es un rinoceronte gris, lo mismo que el manejo del COVID-19. Son similares también en lo absurdamente difícil de lograr que los responsables den un paso al frente y asuman los costos de lo que hicieron y/o dejaron de hacer. ¿Por qué renunciar, si lo más probable es que la impunidad triunfe? ¿Cómo aprender las lecciones de las tragedias, si la mayoría de las investigaciones están diseñadas para encubrir más que para develar? Suena raro pero vivimos tiempos absurdos. Llevamos años en esto. Al respecto, Albert Camus lo dijo mejor que nadie: Lo absurdo no libera, ata.lmgonzalez@eleconomista.com.mx