El tramo final de las aguas poselectorales que deberá cruzar Pablo Lemus, nuestro agobiado héroe en este juego de tronos, lo enfrentará al temido monstruo de dos cabezas que acecha los tribunales: el fallo jurídico o político. La reciente fanfarria naranja tras el veredicto del Tribunal Electoral del Estado de Jalisco (Triejal) que validó los resultados de la elección en Jalisco y Guadalajara es apenas una estafeta. Su carácter provisional radica en que la validez final de ambas contiendas será resuelta por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Es tan apresurado como festejar el permiso de papá local cuando quien decide es mamá federal. Los magistrados estatales le dieron un triunfo jurídico a Lemus. Determinaron como improcedentes los juicios de inconformidad y la solicitud de nulidad de la elección que promovieron Claudia Delgadillo y José María Martínez. Para qué enredarse ahora en la serpiente de las interpretaciones jurídicas. Mejor apelemos a un hecho inobjetable: este fallo es provisional porque hay otra instancia máxima. Objetivamente, en este punto, es un despropósito retórico acusar un fraude electoral en Jalisco así como vitorear un triunfo inatacable. Los magistrados federales alcanzarán o no las mismas conclusiones que los locales. La lógica diría que sí, pero no hay una regla. El verdadero riesgo es que exista un desequilibrio en la decisión jurídica a causa del peso político de Morena nacional en el tribunal electoral federal. Los morenistas de Jalisco, al acusar que los magistrados locales responden al emecismo, señalan la paja en el ojo ajeno, pero también revelan la viga en el propio. Si el gobierno estatal controla al tribunal local, el gobierno federal controla al federal, ¿no? Confiesan involuntariamente la cultura cuota-cuatista de la partidocracia que coopta a juzgadores. Ese es el verdadero riesgo. Los cinco fantásticos que tienen en sus manos esta responsabilidad son los magistrados de la Sala Superior del TEPJF: Mónica Soto, magistrada presidenta; Felipe de la Mata; Felipe Fuentes; Janine Otárola y Reyes Rodríguez. Los tres primeros son más proclives al morenismo y los dos últimos con más tendencia al lado opuesto. En este juego de tronos, hay que preguntarse, ¿qué interesa al morenismo nacional del emecismo además de la gubernatura y la alcaldía tapatía? Allí está la clave de la negociación. Lo abordo en mi columna de mañana.