Asumir el liderazgo de un estado como Jalisco no será un sencillo para Pablo Lemus a pesar de la amplia popularidad con la que llega al poder y de la continuidad que promete para Movimiento Ciudadano (MC), el reto de gobernar sin una mayoría absoluta en el Congreso local perfila un camino lleno de obstáculos y negociaciones complejas.Aunque el Congreso no le es del todo hostil, MC ha perdido el control absoluto de la cámara, lo que obliga a Lemus a desplegar una diplomacia hábil, tal como sucedió con el golpe de astucia política mediante el cual MC logró retener la Mesa Directiva, lo cual le da cierta ventaja estratégica y sugiere la existencia de pactos no oficiales en la esfera política estatal. Las recientes visitas de Enrique Alfaro a la Ciudad de México apuntan a una labor de intermediación entre Lemus y actores clave a nivel nacional, lo que refuerza esta noción de que, al menos por ahora, MC y sus rivales han encontrado zonas de colaboración tácita.El gran dilema para Lemus será hasta que punto puede mantener una cooperación suficiente con los grupos opositores, especialmente con el PAN y el PRI quienes en teoría deberían operar como contrapesos de MC; sin embargo, en la práctica su postura ha dado un giro. En lugar de asumir un rol confrontativo, han mostrado señales de una colaboración estratégica que podría jugar a favor de MC en los temas más cruciales. En los últimos días, se confirmó que tanto el PAN como el PRI en Jalisco buscan un frente común para las elecciones de 2024, apoyando a Laura Haro (PRI) para la gubernatura y a Claudia Murguía (PAN) para el Senado. Este tipo de maniobras sugiere que estos partidos no estarían del todo dispuestos a bloquear la agenda de MC de manera constante, sino que podrían suavizar su postura en favor de una colaboración moderada.Aun así, no todo está garantizado para Lemus, Los otros partidos, en particular Morena, intentarán explotar cualquier fractura en esta colaboración inusual entre MC y sus aliados tácitos. Morena, con el respaldo federal, representa un contrapeso cada vez más fuerte en el ámbito local, con aspiraciones claras de capitalizar cualquier desencanto ciudadano, que seguramente no será difícil de encontrar.Además, la presión no solo vendrá de afuera, dentro del propio MC, el papel de Enrique Alfaro será clave a pesar de que ya no ostentará el título de gobernador, Alfaro sigue siendo una figura de influencia tanto al interior del partido como del mismo gabinete. Su retorno a la política local, ahora como una especie de consejero en las sombras, podría fortalecer a Lemus o convertirse en una fuente de tensiones internas, especialmente si sus intereses o los de sus allegados difieren de la nueva administración. Alfaro, consciente de la volatilidad de la política estatal, parece estar asegurando sus intereses a través de acuerdos estratégicos, lo que se percibe como un intento de “blindar” su legado y sus alianzas dentro del gobierno.En este contexto, Pablo Lemus deberá navegar con cautela, equilibrando la búsqueda de apoyos sin comprometer demasiado su autonomía. Si bien retener la Mesa Directiva del Congreso es una ventaja, dependerá de su habilidad para capitalizar ese logro sin que parezca un simple acuerdo “en lo oscurito”. Gobernar en estos términos será una tarea que requerirá una combinación de estrategia y pragmatismo pues tendrá que demostrar a los ciudadanos que su gobierno es un espacio de diálogo abierto y no un simple apéndice de los pactos y ambiciones de su predecesor.Para Lemus, esta coyuntura representa un arma de doble filo la dado que podría aprovechar el juego político de sus rivales y aliados para sacar adelante su agenda, pero también arriesga quedar atrapado en la red de compromisos y lealtades heredadas. La capacidad de moverse con habilidad entre estos acuerdos será, en última instancia, lo que defina su éxito o fracaso como gobernador.